José Luis Rodríguez Zapatero arremetió ayer contra Artur Mas (CiU) con una contundencia poco habitual, solo atribuible a las pésimas expectativas con las que el PSC afronta la última semana de campaña. El presidente del Gobierno dedicó buena parte de su intervención en el mitin que los socialistas celebraron en Lleida a criticar al candidato de CiU por no "atreverse" a celebrar un cara a cara con José Montilla y por "utilizar" la inmigración, como también hace el PP, para arañar votos. "Un líder que se sienta líder y que tenga convicciones, que se sienta fuerte, debe estar dispuesto a debatir", dijo.

Zapatero, tras contraponer las propuestas de convergentes y populares con los principios de los socialistas, subrayó que afirmaciones como la que hizo Duran Lleida (CiU) vinculando a los hijos de la inmigración con una hipotética caducidad de Cataluña deben ser rechazadas por una sociedad "culta y progresista" como la catalana.

En esta recta final, los socialistas catalanes se aferran al alto porcentaje de indecisos de las encuestas para insistir en que la victoria es posible. Montilla defiende que aún no hay nada decidido, pese a que los sondeos coinciden en que el PSC sigue hundido. Reiteró que, "con esfuerzo", todavía pueden remontar. Los estrategas del partido argumentan, aunque cada día que pasa con menos convicción, que todo dependerá de cuánta gente vaya a votar. Montilla ayer llegó a insinuar que prefiere perder con mucha participación que ganar con una alta abstención.

En una comparación algo impropia, recordó que Zapatero ganó las generales del 2004 cuando todas las encuestas vaticinaban lo contrario. "Cuando la mayoría vota, las victorias imposibles se hacen realidad", proclamó. Pero no dijo que esos comicios estuvieron marcados por los atentados del 11-M.