´Yes, he can´: José Luis Rodríguez Zapatero ha conseguido ganar la batalla que lanzó hace dos semanas y el jueves cenará en la Casa Blanca con un George Bush saliente y debilitado por la crisis. El Gobierno francés anunció anoche mediante un comunicado que el Ejecutivo español podrá asistir a la cumbre sobre la crisis que tendrá lugar en Washington.

El escueto texto, firmado por Pierre Sellal, representante permanente de Francia ante los Veintisiete, señala que habitualmente la UE ha contado con cinco asientos en las reuniones del G-20 (formato elegido para la cumbre) y que se ha decidido que esas cinco plazas sean ocupadas por Alemania, Italia, Francia, Gran Bretaña (miembros del G-8) y España, "como octava potencia económica mundial", una de las frases más repetidas por Zapatero últimamente.

El presidente español ve colmadas así sus expectativas tras dos semanas de ofensiva diplomática en las que había convertido su asistencia a la cita en un asunto de Estado. Finalmente ha conseguido un visado que, según sus mismas palabras, permitirá que España forme parte del grupo de países que "refundarán los cimientos del capitalismo". Y, además de poder participar en una cumbre de tanta trascendencia, Zapatero podrá quitarse una espina que lleva clavada más de cuatro años y medio: cenará en la Casa Blanca con Bush todavía de inquilino. Está previsto que la cumbre empiece el jueves por la noche con un ágape en la residencia presidencial y continúe al día siguiente con dos sesiones plenarias.

NOTA TARDIA El comunicado fue enviado a las 27 capitales horas después de que finalizara el consejo extraordinario para fijar la posición común ante el encuentro de Washington. Según fuentes del Gobierno español, la carta llegó a la Moncloa sobre las ocho de la noche.

No en vano, en su comparecencia tras la reunión, Sarkozy anunció oficialmente una de las hipótesis barajadas durante los últimos días para facilitar la presencia española: el presidente francés estaba dispuesto a ceder a Zapatero una de las dos plazas con las que cuenta su país en esa reunión (una por miembro del G-8 y otra por presidir la UE), pero dejó en manos de Bush la invitación formal. Esta puntualización inquietó a la delegación española, que consideraba, según fuentes próximas a Zapatero, que Sarkozy podía erigirse en convocante y asegurarle la presencia. La confirmación, mediante un comunicado que "precisaba" las palabras de Sarkozy, tardó tres horas en llegar: España ocupará la silla de Francia.

DE ACTOR REGIONAL A GLOBAL Hasta entonces, tanto Zapatero como sus asesores habían pedido "tiempo". "No es fácil", dijo hasta en ocho ocasiones el presidente durante una rueda de prensa a primera hora de la tarde. "España ha sido un buen actor regional desde la transición democrática y ser un actor global supone un paso cualitativo que no es fácil, porque no solo es que lo merezcas, es que te lo tienen que reconocer", afirmó.

Fuentes de la Moncloa aseguraron anoche que Zapatero estaba "exultante" con la noticia y tuvieron palabras de agradecimiento a EEUU, Francia y al resto de miembros del G-20.