El supuesto autor material del 11-M, Jamal Zougam, condenó hoy los atentados, al igual que hiciera cuando declaró ante el tribunal, al hacer uso de su última palabra, y aseguró que es una víctima de los medios de comunicación, que le utilizaron para culpar a islamistas de la masacre.

"Nadie comete un atentado utilizando las tarjetas de su negocio. Creo que sólo este dato bastaría para saber que no tengo nada que ver. Soy víctima de los medios de comunicación, me han utilizado entre el 11 y el 14 de marzo. Algunos tienen interés de que fuera yo el culpable para demostrar que fueron islamistas. Yo no sé si fueron islamistas o no pero yo no fui", declaró Zougam.

"Condeno rotundamente el atentado y cualquier acto que acabe con la vida de inocentes", añadió Zougam, que fue el primero de los 28 acusados que hizo uso de su derecho de última palabra y reclamó justicia al tribunal: "no tengo nada que ver con el 11-M" y no hay ni una prueba que demuestre que yo tenga que ver con los atentados".

Zougam, que se enfrenta a una petición de pena de 38.960 años de prisión, consideró que ninguno de los otros acusados ha sufrido como él las mentiras que se han dicho de su persona en los medios de comunicación.

Recordó que cuando estaba detenido preguntó cuál había sido el resultado de las elecciones generales del 14-M porque "no podía quitarme de la cabeza que me detuvieron para cambiar ese resultado. Pensaba que si el resultado cambiaba íbamos a tener problemas. Y así ha sido", sostuvo.

Criticó que cada vez que aparece su nombre en el sumario "es una mentira más" y agradeció públicamente la confianza que le ha prestado su letrado, José Luis Abascal, "que me ha defendido pese a ser musulmán".

Al igual que hizo anteriormente su abogado, Zougam quiso detenerse ante lo que calificó de "contradicciones" de uno de los testigos que le reconoció en uno de los trenes que partió de Alcalá de Henares (Madrid) y que dijo que vio a una persona colocar una bolsa debajo del asiento en el lado izquierdo del vagón, cuando, -recordó Zougam-, estaba colocado en el lado derecho.

También recordó que el testigo dijo que vio a una persona con el pelo rizado moreno y no muy corto, cuando él en aquella época llevaba el pelo largo y afirmó que "con esa descripción hubieran podido detener a cualquier persona árabe".

Afirmó que el testigo mintió cuando aseguró que no había visto su foto en la televisión, antes de reconocerle ante la policía. Utilizó este mismo argumento parta desvirtuar las declaraciones de los otros testigos que lo reconocieron como una de las personas que colocaron las bombas en los trenes.

"Cuando fui detenido el 13 de marzo de 2004 todo el mundo me conocía", recalcó Zougam, que regentaba un locutorio de Lavapiés del que salieron las tarjetas que se utilizaron para montar las bombas.

También se refirió al testimonio de una persona que lo reconoció en un principio y que después cambió de versión y dijo que al que vio en los trenes era al suicida Allekema Lamari.

Zougam también habló de la huelga de hambre que decidió llevar a cabo a mediados de mayo junto con otros acusados y señaló que, a pesar de estar en un régimen de aislamiento durante tres años, en todo momento "me he comportado de forma correcta y no he tenido intención de entorpecer el juicio".

Explicó que en su locutorio manipulaban los teléfonos móviles debido al trabajo que realizaban e insistió en que el hecho de vender tarjetas telefónicas no implica estar implicado en el 11-M.