Hay más de 1,3 millones de hectáreas y parte de la economía de la región bajo amenaza. La bacteria xylella fastidiosa, que se conoce también como el ébola de los olivos ya está en la península y en los últimos meses ha causado estragos en plantaciones de la provincia de Alicante.

La infección es letal para más de 300 especies y una vez que aparece no se puede tratar de ninguna manera, de ahí que en el campo exista preocupación, aunque de momento sea «en la distancia», como confiesa Juan Metidieri, presidente de Apag Extremadura Asaja. «No debe pasar nada si se toman las medidas correctas en cuanto a vigilancia y control, especialmente en los viveros, porque en plantaciones es más difícil que pueda aparecer la bacteria», asevera. De hecho fue a través de las plantas de un vivero como la infección llegó a España procedente de Italia, y por eso Metidieri hace hincapié en la necesidad de «exigir» los certificados fitosanitarios (una prueba que se realiza a las plantas y con la que se garantiza que está libre de esta y otras enfermedades) que debe tener cualquier cepellón que se saque de estos recintos, sea o no su destino final una plantación al aire libre.

En riesgo

El ébola de los olivos no es solo letal para esta especie, que puebla más de 260.000 hectáreas de cultivo de la región y supone el sustento de muchas comarcas, especialmente de la provincia de Badajoz; también supone una seria amenaza para otros cultivos destacados en Extremadura como el viñedo (81.000 hectáreas), los frutales de hueso (23.200), el almendro (5.200) y para la dehesa que se extiende por un millón de hectáreas de Extremadura.

Por eso desde la Administración regional se multiplican los esfuerzos en forma de controles, que se están practicando de un modo más intenso en viveros de la región y en los terrenos más susceptibles de verse afectados por la bacteria. Se están visitando todos los viveros productores o comerciantes de plantas sensibles registrados en el Registro de Proveedores de semillas y plantas de vivero; en total 164 establecimientos en los que existe un mayor riesgo de localizar a la xylella fastidiosa.

El sobrenombre de ébola de los olivos le viene a la xylella por su condición de infección fatal para la planta y porque fue en estas especies en las primeras que se empezó a detectar. Lo que provoca es un decaimiento rápido y generalizado de la planta, produciéndose, en los casos más graves, la seca de hojas y ramas, y finalmente la muerte de toda la planta. Originaria de América, se transmite de una planta a otra mediante la acción de un insecto vector, de forma que la principal vía de propagación de la enfermedad es el comercio de material vegetal contaminado desde zonas en las que la bacteria está presente. En octubre de 2013 fue detectado por primera vez en Europa un foco en el sur de Italia. De ahí saltó (precisamente a través del comercio de plantas) a Baleares, y desde allí a la provincia de Alicante, donde ya hay cultivos dañados.

La Administración regional lleva más de tres años trabajando para tratar de impedir que esta bacteria penetre en la región y ha intensificado los controles desde que se diera a conocer la llegada de la bacteria a la península, con el fin de detectar de forma temprana su posible presencia. De hecho, aunque en una primera fase estas actuaciones se limitaron a lo establecido en el Plan Nacional de Contingencia de xylella fastidiosa del Ministerio de Agricultura, desde que apareciera el primer brote en España (en Baleares) se ha diseñado un plan de contingencia propio para Extremadura con las estrategias para evitar los daños que la llegada de la bacteria podría ocasionar al campo extremeño.

La principal medida preventiva son los controles a través de inspecciones in situ y la toma de muestras para descartar la presencia de la bacteria. Al cierre de 2017 se prevé haber realizado 670 inspecciones con toma de 640 muestras, lo que supone el menos quintuplicar las directrices marcadas por el Gobierno central. Además, para el próximo año la Consejería de Medio Ambiente y Rural, Políticas Agrarias y Territorio pretende abordar también un trabajo de campo de un insecto (el philaenus spumarius) que se considera responsable de la propagación de la bacteria.

Plan de actuación

En la Comunidad Valenciana, se encontraron con la infección con poca capacidad de maniobra, pero en Extremadura pretenden impedir que eso suceda. Por eso tras los positivos de Alicante, se han mantenido reuniones entre la Junta y la organizaciones agrarias para «analizar la situación» e ir tomando medidas. Entre las decisiones, se ha determinado «intensificar» la vigilancia sobre las plantaciones de almendros y también sobre el material procedente de los viveros.

«Se está trabajando bien, se están tomando las medidas acertadas para el momento en el que estamos y está todo el mundo pendiente», dice Antonio Prieto, responsable de Ganadería y Olivar de UPA-UCE Extremadura, sobre la situación de alerta que viven los agricultores por el temor a la irrupción de la bacteria, principalmente, aclara, «porque no sabemos por dónde nos puede llegar y en Extremadura tenemos mucha superficie de olivar sobre la que puede hacer mucho daño».Precisamente en este sector la preocupación ahora es máxima porque al riesgo sobre este cultivo se une las perspectivas de una campaña que se aventura «nefasta», según Prieto.

Mientras tanto, organizaciones agrarias y Administración se citan periódicamente para evaluar la situación como una parte más del protocolo de alerta (el último encuentro fue la semana pasada) y además los técnicos de las organizaciones agrarias están colaborando con los de la Junta en los controles que se están llevando a cabo. «No se trata de ser alarmista --advierte-- pero es cierto que hay miedo porque puede pasar cualquier cosa en cualquier momento», dice el dirigente de UPA.

Por su parte para Juan Moreno, de Coag Extremadura, una de las claves para evitar la propagación o al menos detectar cuanto antes la presencia de la bacteria estará en que la Junta mantenga los controles que se están llevando a cabo y que además definan ayudas «suficientes» para las explotaciones que puedan verse afectadas. «Porque de ese modo nadie tratará de ocultarlo, mientras que si es una ayuda raquítica, lo ocultarán para evitar en la medida de lo posible las pérdidas», dice.