Con modestia asume que su castellano no está a la altura de la conversación. Se equivoca. Para ella es más cómodo expresarse en inglés, es su lengua, pero como si tuviera algo que demostrarse, hace una pausa e inmediatamente regresa al español. Este gesto en apariencia tan simple demuestra la actitud de Elaine Hirst. Necesita superarse. Siempre. Quiere demostrar que puede. Tanto es así que a sus 64 años esta británica se ha subido a su bicicleta para hacer la ruta más larga de su vida. Más de mil quinientos kilómetros en un mes. Y todo con un propósito: recaudar «conciencia» y fondos para los niños de la guerra. Está comprometida con la causa. «Los niños son las víctimas más desprotegidas en las guerras», relata. De hecho, a menudo colabora con la fundación War Child, que será la asociación que recibirá la colecta -quien quiera colaborar puede hacerlo en www.justgiving.com/fundraising/1600kmstocadiz-. De momento, ya ha recogido alrededor de 2.700 libras -casi 3.000 euros-.

Reconoce que lo que más le preocupaba era el calor, pero parece que final de agosto y septiembre dará una tregua para que llegue a su destino sin contratiempos. El clima le acompaña en un trayecto que comenzó el 25 de agosto cerca de su casa en York, una ciudad con alrededor de 100.000 habitantes. La primera parada fue Portsmouth. Desde allí, viajó en ferry hasta Santander, desde donde atiende a este diario. Su objetivo es recorrer el país de una punta a la otra en bicicleta hasta llegar a su destino en Cádiz. Para ello aprovechará el trazado de la Vía de la Plata que transcurre por Extremadura. Su previsión es pisar tierra extremeña dentro de una semana, el 10 o el 11 de septiembre, descansar en la región y llegar a la meta antes de que concluya septiembre. El cálculo es llegar el 18 de septiembre a Sevilla, haráparada de rigor en Lebrija para visitar a una amiga y abandonará su camino en solitario en el último tramo. El tío de su amiga le acompaña desde Jerez.

Elaine empezó a pedalear en serio hace cinco años, se ha jubilado hace menos de un mes y toda su vida ha trabajado a medio camino entre las artes y los niños. Aunque ya no ejerce, mantiene las mismas inquietudes. Precisamente su conexión con la fundación War Child comenzó porque «fue fundada por dos cineastas que mientras trabajaban en Yugoslavia en 1993 se quedaron impactados por el efecto que la guerra había tenido sobre las vidas de los niños». Los mensajes de apoyo que recibe a diario acompañan su travesía. «Eres increíble» es la frase que más se repite en la web para que sepa que ahora no viaja sola. Mientras ella sigue pedaleando.