Una trazado ferroviario que nunca conoció el maquinista, una ruta alternativa sin atascos que enlaza las dos capitales de provincias y un trayecto por el norte cacereño entre piscinas naturales. Ayer eran tres caminos tradicionales sin apenas vida y hoy son vías verdes que invitan a los extremeños a andar, correr o pedalear, pero sobre todo a contemplar.

Más de 200 kilómetros aporta Extremadura a la Red de Caminos Naturales, que suma en la actualidad más de 3.200 kilómetros desde que se impulsara la rehabilitación de estas vías en 1993 por parte del Ministerio de Medio Ambiente. El objetivo: conectarse al medio natural, conocer pueblos, tradiciones, monumentos y las gentes que componen el paisaje del país, que a la vez conectan unos espacios con otros a través de las 65 vías en servicio en España. Pero no vale cualquier sendero, los que forman parte de los esfuerzos del Gobierno central, que ya ha invertido 73 millones de euros, son antiguas infraestructuras en desuso como líneas de ferrocarril, vías pecuarias y caminos tradicionales.

Es el caso de una de las rutas verdes más características de la región, el camino natural de las Vegas Altas del Guadiana-Las Villuercas. Un trazado único que une las localidades de Villanueva de la Serena y Logrosán, atravesando zonas de especial protección de aves y de gran riqueza natural. Un itinerario que muestra en sus 57 kilómetros de extensión "un paisaje único: campos de regadío, dehesas, montañas y grullas en un solo camino". Así define esta ruta Manuel González, uno de los impulsores de la rehabilitación en el 98 de esta muerta vía ferroviaria. El ha presidido durante años el consorcio formado por las nueve localidades por las que discurre, que se ocupa de su mantenimiento y del pago del canon a Renfe, propietaria del terreno en el que el Ministerio de Medio Ambiente invirtió unos dos millones de euros.

González siente pasión por este trayecto que ha recorrido en multitud de ocasiones. El inicio de esta vía es curioso y triste a la vez. A finales de los años 20 comenzaba a construirse el trazado ferroviario que uniría Villanueva de la Serena y Talavera de la Reina con túneles y viaductos monumentales, pero la Guerra Civil obligó a desatender el proyecto, que se reactivó posteriormente con la construcción de las cuatro estaciones. Hasta Logrosán la vía quedó terminada antes de que los cambios sociales de la época, el hundimiento de algunos túneles y la evolución de otros medios de transporte forzara el abandono definitivo en los años 50.

La historia cuenta que jamás circuló un tren por aquel trazado construido, pero González recuerda que se usó en una ocasión. "Serían los años 50 y había abundancia de cereal en la zona de Logrosán y como no cabía en el silo de aquí se utilizaron algunos vagones para llevar el cereal sobrante hasta Villanueva de la Serena y guardarlo allí. No era rentable y no volvió a funcionar". Lo que sí está claro es que jamás pisaron los viajeros las estaciones construidas, que ahora medio siglo después por fin contemplan al ciudadano; a los numerosos que recibe al cabo del año desde que se puso en funcionamiento en el 2004. "Viene mucha gente de fuera incluso exclusivamente a hacer este recorrido, sobre todo en bicicleta. Es un camino que tiene vida", explica Manuel. Y es que la vía salvó la complicada orografía del terreno que ahora llama a numerosos excursionistas.

Diferente es la historia del corredor Cáceres-Badajoz, que con un centenar de kilómetros transcurre por antiguas cañadas reales, como la conocida Sancha Brava que parte de Villar del Rey. Este camino describe un trayecto de 176 kilómetros comenzando al sur de Cáceres hasta finalizar al oeste de Valverde de Leganés, a unos 30 kilómetros al sur de Badajoz. Debido a su extensión, este camino se divide en dos rutas. La primera es una vereda circular de 50 kilómetros que recorre el entorno de Cáceres, partiendo desde la estación de Renfe; y la segunda, de trazado lineal que, con un recorrido de 126 kilómetros, une las dos capitales de provincia hasta Valverde. Discurre por Puebla de Obando y Villar del Rey.

El tercer camino incluido en la red de itinerarios naturales es el Ribera de Acebo, a dos kilómetros de la localidad cacereña de Acebo. Este recorrido tiene unos 15 kilómetros que se pueden realizar a través de siete sendas diferentes, todas tienen como punto de inicio el área recreativa El Jevero o bien están conectadas con las que de allí salen. Piscinas naturales del río que lleva el nombre del camino acompañan al viandante por este sendero.

Estas tres alternativas de ocio en contacto con la naturaleza suman más de 240 kilómetros que permiten conocer la región a fondo, más aún cuando concluya la puesta en valor de otras rutas en las que está trabajando Medio Ambiente. Se trata del camino natural del Guadiana, el de Villuercas y el camino natural del Tajo, en los que se están ejecutando obras, como en el de las Vegas del Guadiana, según fuentes del ministerio. Eso sí, ninguno por el momento tendrá la extensión del camino natural del río Ebro, la ruta en servicio de mayor extensión en España con 1.150 kilómetros que recorre las comunidades de Cantabria, Castilla y León, La Rioja, Navarra, Aragón y Cataluña.