80.000 grullas pasan el invierno en las dehesas y humedades de Extremadura, lo que convierte a la región en la zona de mayor concentración de esta especie en la Península Ibérica.

Estas aves proceden del norte de Europa (Suecia, Bélgica, Finlandia, Noruega y Rusia) y se reparten entre unas 40 poblaciones a lo largo y ancho de la región, asentándose los grupos de mayor tamaño en cuatro áreas de invernada.

Según la agencia Europa Press, donde se pueden apreciar en bandos de a miles, es principalmente en poblaciones próximas a los embalses de Borbollón y Valdecaña, en Cáceres, y en localidades pacenses como Navalvillar de Pela y Obando, en el parque de Moheda Alta, así como en áreas cercanas al embalse pacense de los Canchales.

En grandes bandadas y en formación de uve estas aves de gran envergadura, también conocidas como Crus-Crus, en alusión al singular graznido que emiten, sobrevuelan el terreno buscando sus alimentos favoritos, entre los que se encuentran las semillas, bulbos, tubérculos, también cereales y bellotas, así como pequeños roedores y cangrejos. Como dormidero utilizan los pantanos y zonas húmedas, donde pernoctan en grupo.

Debido a la alta concentración de esta especie elegante, gregaria y esquiva en la comunidad extremeña, estas fechas constituyen un gran reclamo para aquellos que se interesan por el turismo ornitológico.

En definitiva, la región extremeña constituye un hábitat ideal para la invernada de las grullas comunes debido a su clima, a sus recursos alimenticios y a la diversidad de su orografía, con sus zonas de pastos, dehesas y numerosos embalses.