Con el mercado de trabajo cerrado a conciencia y una oferta de empleo público bajo mínimos, muchas personas se están lanzando a poner en marcha un negocio como única alternativa para buscarse un futuro laboral. Y es precisamente este componente de necesidad, más que el derivado de haber visto una buena oportunidad de negocio, el que hace que con frecuencia estas iniciativas acaben naufragando a los pocos meses. Proyectos que se han basado casi exclusivamente en el entusiasmo puesto en ellos por sus promotores. "La calidad del emprendimiento está bajando", resume Ricardo Hernández Mogollón, catedrático de la Uex y director en España del proyecto GEM, una iniciativa de estudio de la actividad emprendedora que se desarrolla en más de medio centenar de países.

En el último informe GEM publicado, el del 2011, se subraya que tanto la actividad emprendedora como la cifra de empresarios potenciales están creciendo en Extremadura y en España debido a "la falta de alternativas", una tendencia que, señala Mogollón, se repite de forma "calcada" en los datos recopilados durante el 2012, aún pendientes de ver la luz.

El estudio revela también que quien crea una empresa suele reconocer que la mayor parte de los productos o servicios que ofrece no son nuevos y que existen competidores para ellos. También que emplea tecnología de hace más de cinco años y que no exporta ni expande su mercado. Lo habitual es que se trate de empresas pertenecientes a sectores orientados al consumidor, principalmente servicios de hostelería, restauración y venta al detalle. Dicho de otra forma, en su mayor parte estas iniciativas ni son empresas innovadoras, ni tampoco venden fuera, factores a los que se suma que acceden a mercados donde ya hay otros haciendo lo mismo. Ninguna de esas circunstancias es precisamente una ayuda. "Tienes que pescar donde hay peces", arguye Hernández Mogollón.

UN PLAN DE NEGOCIO Antonio García Salas, socio director de la Escuela de Negocios ITAE, subraya que el primer paso que debe dar quien piense en crear una empresa es el de contar con un buen modelo de negocio. Si bien reconoce que el "papel lo soporta todo" y que la prueba de fuego será la confrontación del proyecto con la realidad, incide que en que "siempre hay que tener muy claro cómo vamos a soportar los gastos, intentando minimizarlos, y cuáles van a ser nuestras fuentes de ingresos". "El plan de negocio te obliga a pensar, a hacer números", coincide Hernández Mogollón, para quien, si no se tienen los suficientes conocimientos para elaborarlo, "hay que dejarse asesorar por alguien que sí cuente con ellos".

"Hay que tener claro qué se quiere hacer y cómo está la competencia en ese campo", asegura también Fernando Segador, presidente en Extremadura de la Organización de Profesionales y Autónomos (OPA). A su juicio, crear un negocio "solo porque se quiere hacer algo, es mortal de necesidad". Si a la mala planificación se unen las dificultades para financiarse y la alta fiscalidad, recuerda, el resultado es que un 25% de los nuevos proyectos no sobreviven al segundo año de vida y más del 60% no pasa de los cinco. "Es cierto que una salida bastante interesante para el desempleo es el autoempleo, pero hay que hacerlo con criterio, con un estudio de mercado, un proyecto empresarial exhaustivo", argumenta.

En este sentido, Segador destaca que el Plan de Fomento y Consolidación del Autoempleo de Extremadura que fue rubricado recientemente por la Junta y las principales organizaciones de autónomos, incluye el acompañamiento al nuevo empresario durante el inicio de la actividad, "desde el momento en el que uno decide que va a ser autónomo hasta que pone en marcha su negocio", y financiación para que elabore el plan de empresa.

En general, la falta de formación se apunta como una de las principales causas de los fracasos empresariales. De acuerdo al GEM, aproximadamente la mitad de los emprendedores o empresarios potenciales extremeños no han recibido formación relacionada con la puesta en marcha de negocios en ningún momento de su vida. "El exceso de formación dificulta en ocasiones asumir riesgos, que son intrínsecos a la actividad emprendedora, pero un defecto de formación normalmente genera una inconsciencia absoluta con unos riesgos altísimos", afirma el socio director de ITAE.

El presidente de OPA Extremadura considera, por su parte, que es fundamental que el emprendedor cuente no solo con una formación de carácter general sobre todo lo que supone crear una empresa, sino que además "haya otro componente formativo muy sectorial, muy dirigido a los segmentos particulares en los que la actividad se va a desarrollar".

Los expertos subrayan que tampoco es conveniente el exceso de entusiasmo cuando se trata de negocios. "Hay que evitar la fiebre del emprendedor , un exceso de utopía que te haga no tener los pies en el suelo. Demasiada pasión puede hacer que la empresa nazca antes de tiempo o sin cumplir los requisitos necesarios", razona Hernández Mogollón.

Para García Salas, "nadie nos engaña más que nosotros mismos. Eso tiene sus ventajas y sus inconvenientes. El emprendedor se enamora de su proyecto. En su cerebro se generan unas sustancias muy similares a las del enamoramiento, que reducen la capacidad crítica. Y al final, como en el amor, o lo saca para adelante, o se estrella".

En cuanto a dónde pueden estar los nichos para nuevas oportunidades de negocio, García Salas parte de una premisa: la diferenciación. "Se actúa mucho por mimetismo, cuando realmente el éxito está en hacer cosas distintas", justifica. Concretando sectores, menciona tres: el agroalimentario, "que sigue teniendo un gran potencial de crecimiento. Es intensivo en conocimiento, cada vez más, pero continúa teniendo problemas en la parte de la comercialización y el márketing. Es ahí donde está el cuello de botella", explica; el del turismo, "donde todavía nos tenemos que poner las pilas"; y el de las smart cities (ciudades inteligentes), vinculado este último a dos áreas fundamentales "la energía y las tecnologías de la información".

Hernández Mogollón recalca también la importancia de salir al exterior. "El mercado nacional está en shock. Ahora mismo las oportunidades están fuera. Muchas empresas extremeñas ya están comenzando a abrir mercados en Asia o Latinoamérica".

Y si, a pesar de todo, las cosas van mal y la empresa se ve abocada al cierre, lo recomendable es no prolongar la agonía más de lo necesario. "El cierre es una de las decisiones más duras que hay, pero más vale tomarla a tiempo que a destiempo", dice García Salas, que lamenta la "estigmatización social" que en muchas ocasiones conlleva esta situación. "A un opositor se le permite que suspenda, la primera, la segunda, la tercera vez... puede estar cinco años preparando oposiciones y, si no las aprueba, ha sido mala suerte, pero cuando a un emprendedor no le va bien, socialmente es un fracasado, a pesar de que el coste de un opositor es muy superior a un emprendedor", concluye.