El juicio que se celebra en la Audiencia Provincial de Mérida contra V. P. y CR. A. G., padres de Florina Claudia, una niña de poco menos de tres años que murió en Talarrubias el 4 de noviembre del 2007, ha dado un vuelco en la petición del abogado defensor de ambos, que mantiene la petición de libre absolución para ambos, pero que, en caso de que haya condena, descarta cualquier pena para el padre, pero "con carácter subsidiario" solicita para la madre 5 años de cárcel por los delitos de lesiones y homicio imprudente, y 3 por un delito de maltrato en el ámbito familiar.

El cambio se debe a las declaraciones tanto de médicos, policías, guardias civiles y, sobre todo, a las pruebas aportadas por forenses, un patólogo y dos especialistas del Instituto Nacional de Toxicología de Sevilla. En su alegato final, el padre de la pequeña insiste en que nunca tuvo conocimientos de los malos tratos a su hija, mientras la madre declara que fue "un accidente" y que "nunca" deseó la muerte de la niña.

Los dos forenses que practicaron la autopsia a la pequeña aseguraron que la "murió desangrada" por las hemorragias internas producidas en órganos vitales como riñones, hígado e intestinos, causadas por "golpes violentos con una intensidad importante" que le propició otra persona. Señalaron que tenía cinco heridas contusas en la cabeza, hematomas en la cara, el cuello, el abdomen, la espalda, los muslos, las piernas y los pies; además de diversas mordeduras de varios tamaños. Estos expertos indicaron que esas señales "son poco compatibles con caídas" desde unas escaleras de la entrada a la casa o desde un columpio de un parque cercano, como argumenta el abogado defensor, aunque matizaron que ninguna de esas heridas eran visibles en el exterior porque no sangraban. Además, los forenses han negado que la niña tuviera quemaduras en su cuerpo, aspecto por el que el jurado preguntó ayer al ser señalado por el médico de guardia aquel día en el centro de salud de Talarrubias. En este sentido, el abogado defensor argumentó que esto demuestra cualquier vinculación del padre de la pequeña, que fumaba entonces, con cualquier maltrato a la niña.

También ha testificado un patólogo que analizó los órganos dañados de la pequeña y que, en principio, apuntó que "podría ser" que las lesiones en el intestino grueso fueran producidas por una caída, pero que tras leer el informe forense y las fotografías que lo acompañaban fue rotundo: "No tengo dudas, no son lesiones accidentales y se han producido por alguna persona", descartando así que fueran consecuencia de una caída del columpio, las escaleras o el sofá de la casa.

Además, testigos que analizaron dos prendas en el instituto toxicológico de Sevilla señalaron que "no hubo sangre en el cinturón" que se aporta en el juicio y con el que la madre reconoció que pegó "una vez" a la pequeña, pero que los perfiles genéticos hallaron restos biológicos "con una probabilidad muy alta de la madre"; es decir, restos de ADN de la madre en el cinturón. "Todo apunta a que el donante era una mujer", indicaron.

Estos últimos testimonios han hecho cambiar la calificación del delito al abogado defensor, que mantiene en primer término que se absuelva a los dos acusados, pero que en caso de que el jurado no lo entienda así, pide solo penas de cárcel para la madre: 5 años por lesiones y homicidio imprudente y 3 por un delito de malos tratos; mientras que descarta cualquier culpabilidad del padre en este asunto.

En su informe final, el letrado insistió en que las lesiones fueron causadas por caídas de la niña y peleas con su hermana pequeña, y reiteró que la custodia de las pequeñas se la retiró a la abuela, no a los padres, que volvieron a recuperarlas quince o veinte días después "tras analizar el centro de menores de Cáceres la situación de los padres". Asimismo, reiteró que "no hubo ninguna intencionalidad de la madre de matar a su hija" y que "el padre debe ser absuelto de los delitos de asesinato y de maltrato familiar", de los que les acusan el ministerio fiscal.

Por su parte, la fiscal ratificó las penas de 23 años de cárcel para cada uno de los padres por los delitos de "asesinato con alevosía" (por el que pide 20 años) y por el de malos tratos habituales en el ámbito familiar (3 años de pena), e insistió en que hubo "intención de matar", reiteró la "realidad de las lesiones", que fueron producidas durante "varios días", y no exime de culpa al padre porque "no evitó esos malos tratos", por lo que, atendiento al derecho de garante "eso se castiga igual que a quien comete los malos tratos".

El juicio se reanudará mañana ya sin testigos que declaren y solo pendiente de la deliberación del jurado popular. Como alegato final de los acusados, el padre insistió en que desconocía los malos tratos a la niña. "Si hubiera sabido que la niña estaba enferma hubiera sido el primero en llevarla al hospital", comentó, mientras defendió que "jamás" ha visto a su pareja pegar a la pequeña, aunque sí reconoció que la madre se alteraba alguna vez con la niña.

En este sentido, la madre sentenció: "Ha sido un accidente, nunca deseé la muerte de mi hija".