TNto es casualidad que 20.000 familias del norte de Extremadura vivan estos días entre la rabia y la desesperación por ver cómo se les escapa una forma de vida tradicional como es la aceituna manzanilla cacereña. Las leyes del libre mercado, el aumento de la competitividad y las condiciones de la Política Agraria Comunitaria están provocando que muchos propietarios abandonen el campo o regalen sus tierras a otros agricultores. Cuando hace 40 años se podía vivir con 600 olivos (2 hectáreas aproximadamente), hoy es necesario disponer de entre 7.000 y 10.000 olivos para obtener unos beneficios dignos (un mínimo de 30 hectáreas). Cambiaron las reglas del juego pero sin embargo, no ha cambiado la actitud de muchos productores que no han buscado segundas alternativas a su venta limitándose a vender la aceituna a los intermediarios de la zona, los cuales en un ejercicio de voraz de beneficios han sabido jugar sus cartas ofreciendo cada año precios más bajos ante la impasividad de la gran masa de agricultores.

El paro general, la mesa de negociación o la manifestación vivida estos días son las cenizas de un volcán que llevaba años abrasando las economías de los máximos responsables de la manzanilla cacereña. La revuelta de esta semana supone sin suda el agotamiento del sistema cooperativista en manos de dirigentes no profesionales en busca de su interés personal con el consentimiento autorizado del resto de socios que con su silencio aprueban una gestión que en muchos casos roza la corrupción institucionalizada en el sector agrícola. Los intermediarios (quienes compran la aceituna) no sólo influyen en los precios de mercado sino que tienen en la sombra un gran poder de decisión sobre la gestión de los órganos cooperativistas. La manifestación del jueves sólo sirvió para que las familias afectadas desahogaran su impotencia por no haber tenido capacidad suficiente para dar la vuelta a la situación y competir en un sistema de libre mercado dejándose llevar por las directrices de sus representantes. Lo curioso de estos días es que atendiendo a las informaciones ofrecidas, pareciera que el enemigo está fuera pero resulta ser todo lo contrario, lo tienen en casa, en su misma comarca, mismo pueblo o misma cooperativa.

Si pensábamos que la regeneración en España sólo debía ser política nos equivocábamos. En las zonas rurales y agrícolas también es obligatoria una profunda regeneración cooperativista que elimine de raíz todos esos caudillos que no cuentan con la opinión mayoritaria de los socios y están provocando que los jóvenes no accedan al campo por miedo a faenar en cortijos manoseados, con el consiguiente abandono de los pueblos. Precisamente en manos de la juventud formada y cualificada está la posibilidad de reavivar el espíritu cooperativo que poco a poco pierde su esencia en pro de los intereses de unos pocos. Ya es hora de reconocer públicamente que en muchos municipios existe un falso sistema cooperativo más parecido a un ordeno y mando.

XEL NORTEx de la provincia de Cáceres se encuentra en estos momentos monopolizado por menos de 10 intermediarios que hacen el agosto gracias a los olivareros. Hasta en alguna ocasión se ha llegado a rechazar a compradores que ofrecían precios más altos con el fin de mantener el monopolio de los intermediarios de la zona. Tampoco ayuda a oxigenar la situación de los olivareros el retraso en los pagos que una y otra vez vuelven a pasar por el aro del intermediario más cercano que posteriormente se declara en concurso de acreedores eludiendo las obligaciones con los agricultores.

Y como consecuencia de este río revuelto, hay pescadores que ven ganancias con los puestos de venta ilegales que como su nombre indica carecen de regulación legal. Un pequeño salvavidas para muchos productores con el que tarde o temprano se acabarán ahogando. Tanto peso no se puede soportar en solitario y es que en el norte muchos han olvidado aquello de "la unión hace la fuerza". Resulta paradójico como el 85% del aceite embotellado en la zona es exportado fuera de la región y del país y como los productores de la materia prima no han dado el paso de sacar la aceituna fuera de nuestras fronteras para adaptarse al juego de la oferta y la demanda. También es contradictorio para las leyes de la economía que en una campaña de poca producción, los precios sean los más bajos de los últimos años.

Por ello, seguir por el mismo camino buscando la condescencia de los intermediarios sólo ofrecerá soluciones cortoplacistas que no darán estabilidad al sector. Pero si los agricultores deciden coger el toro por los cuernos y buscar otros intermediarios fuera de la región, renovar los órganos cooperativistas o realizar una pequeña transformación del producto, entonces los intermediarios cacereños, aquellos que ahora mismo asfixian a los productores, empezarán a valorar como se merece a la aceituna manzanilla cacereña. Cualquier otra opción será mejor para que la aceituna no se ponga negra en su querida Extremadura.