Toda despedida a un fallecido es triste y dura, pero ayer, no hubo lágrimas para decir adiós a la hermana Blanca, la novicia fallecida un día antes en un accidente de tráfico en la autovía A-66, en el término municipal de La Granja. Lo que más se escuchó en su funeral no fueron lamentos, -que se vivían internamente- sino música, la música de los cantos que entonaron sus compañeras de la Congregación de Marta y María desde que el féretro llegó al lugar en el que la hermana Blanca vivía y trabajaba, la residencia de la Fundación Masides, en la población de Aldeanueva del Camino, al norte de la provincia de Cáceres.

Porque por su condición de novicia consagrada, «la muerte no es el final, sino el inicio de una vida nueva», como manifestó ayer el obispo de Coria-Cáceres, Francisco Cerro, que presidió una ceremonia a la que asistieron una veintena de miembros del clero, entre ellos, el vicario general de esta diócesis, el arcipreste, el vicario de la zona y el párroco. También el administrador diocesano de la diócesis de Plasencia, Francisco Rico, el deán de la catedral placentina, Antonio Luis Galán, y sacerdotes.

A esta comitiva se unieron también superioras de otras congregaciones, además del personal de la residencia, familiares de residentes, de la propia hermana, vecinos de Aldeanueva del Camino y mayores, «sus abuelos, como le gustaba decir a la hermana», señaló Francisco Cerro.

Un total de 35 son los que residen en un espacio al que llegó la hermana Blanca con su congregación en el año 2015, mayores que sentían «gran afecto y cariño hacia ella».

Por eso, el obispo destacó que todos «han sentido su pérdida». De hecho, una compañera de la congregación guatemalteca reconocía ayer antes de la ceremonia que ha sido «un golpe muy duro», sobre todo porque la joven no llegaba a los 30 años, pero también porque era «muy querida, era muy alegre y siempre estaba contenta».

LA SUPERIORA, ESTABLE / Era inevitable pensar a la vez en la superiora, la hermana Juana, que también sufrió el accidente y que el mismo martes fue intervenida en el hospital San Pedro de Alcántara de Cáceres. Ayer, se encontraba «estable dentro de la gravedad», según la información que facilitó el SES.

«Esperamos que la hermana Juana se recupere», dijo el obispo en la homilía de una ceremonia que comenzó con música, se adornó con el sonido de las guitarras y canciones y terminó de la misma forma, en una capilla llena. La hermana descansa ya en Valladolid.