A falta de mucha miga informativa sobre la actualidad del Cáceres 2016 --no disputará el playoff de no mediar una carambola morrocotuda y hay cierta sensación de que la temporada, cuanto antes termine, mejor--, su afición devoró ayer una noticia al menos sorprendente. Wayne Simien, que hasta hace tres meses jugaba en el equipo, se retira del baloncesto para ser pastor eclesiástico en su estado natal, Kansas.

La conmoción ha trascendido las fronteras cacereñas, siendo la conversión del jugador recogida en varios de los principales medios digitales de baloncesto, como Solobasket. El impacto ha sido general. Ayer, el diario Deia pedía a EL PERIODICO EXTREMADURA unas fotografías de Simien para ilustrar un reportaje en su edición de hoy.

Las dos lecturas

Las reacciones en internet, como suele ocurrir en este tipo de cuestiones, han sido variadas, con una mezcla entre la comprensión y la crítica, no estando necesariamente reñida una cosa con la otra.

Muchos aficionados reprochan a Simien que no comunicase antes su intención al Cáceres 2016 y que se marchase a su país --en principio para estar cerca de un familiar enfermo-- después de que concluyese el plazo de fichajes, por lo que su club no pudo sustituirle. Pero por otra parte, hay una cierta coincidencia en que el ya exjugador es libre de hacer con su vida lo que quiera, aunque se aleje de las canchas a nivel profesional pese a sus 26 años y sus condiciones.

Durante buena parte de la temporada se le ha situado en la Liga ACB o en algún grande de Europa la próxima temporada, pero parece que ya no será así y que en el único sitio donde podrá vérsele jugar será en las canchas de Lawrence (Kansas) enseñando fundamentos a los jóvenes, lo que compatibilizará con labores eclesiásticas cristianas.