La contratación de seguros agrarios tiende a generalizarse en el sector agrario extremeño. Pese a que el número de pólizas registrado el año pasado en Extremadura se redujo con respecto al 2005 --por diversos motivos, como la declaración de la producción de frutales para ese año y el siguiente, al cambiar el periodo de contratación de enero a diciembre--, los especialistas indican que cada vez son más los agricultores y ganaderos que optan por asegurar su producción y garantizar así sus rentas. Sin embargo, estos denuncian que no todas las pólizas se adaptan a sus necesidades, como ocurre con el seguro de la cereza o el de sequía en pastos, lo que se traduce en su escasa contratación y deja desprotegidos a los titulares de este tipo de explotaciones.

NOVEDADES A principios de año, la Junta de Extremadura lanzaba un comunicado sobre las novedades de los seguros agrarios, que, a su juicio, mejoraban su nivel de adaptación a las necesidades de los agricultores y ganaderos. Entre ellas, destacaba el mantenimiento de la subvención regional al tomate en el máximo permitido, la ampliación del periodo de cobertura del tabaco o el incremento en la ayuda del seguro de retirada de animales muertos, aparte del incremento en un millón de euros de la partida destinada la subvencionar la contratación de pólizas (9,5 millones).

En este sentido, Juan Carlos Antequera, director general de Explotaciones de la Consejería de Agricultura, señala que su objetivo es "la universalización de los seguros, es decir, que todos los productores contraten las pólizas". De este modo, añade, se pretende extinguir el modelo de "agricultura de la queja, el llanto o el lamento, que la sociedad cada vez rechaza más".

Para lograrlo, continúa, la Junta apuesta por la continua revisión del sistema de seguros, con objeto de adaptarlo a las peticiones de los productores. "Cuando se crea una nueva póliza, esta cuenta con el acuerdo de todos los actores, incluidos los agricultores y ganaderos. O sea, se les pide consejo para decidir cuánto debe durar una determinada cláusula, como la de protección ante el pedrisco, por ejemplo", especifica.

REIVINDICACIONES Sin embargo, los agricultores no lo ven tan claro y siguen reivindicando muchas mejoras. En este sentido se pronuncia Antonio Prieto, responsable de seguros agrarios de UPA-UCE, quien asegura que "la desconfianza hacia el seguro no solo viene motivada por su coste elevado, sino también porque muchas veces no se adapta a la realidad del cultivo o la explotación ganadera". Por ello, su mayor reivindicación es "la rapidez, ya que se tarda mucho en lograr las mejoras".

Esto, según explica, es lo que ocurre actualmente con el seguro de sequía en pastos. "Surgió hace dos años con mucho éxito, pero después se vio que no era efectivo y la contratación ha disminuido mucho (de 2.000 pólizas a 500, en el caso de los afiliados a UPA)", indica.

En la misma línea se pronuncia Angel García Blanco, presidente de Asaja, quien considera que "algunos seguros funcionan muy bien, como el tomate o el de los frutales, pero otros aún presentan graves deficiencias". Uno de los casos más evidentes, a su juicio, es el seguro de sequía en pastos, que ya nadie contrata como consecuencia de su flagrante ineficacia.

De hecho, de acuerdo con los datos que facilita García, Asaja ha pasado de contratar 2.000 pólizas en el 2005 a quedarse en torno a las 25 este año. En su opinión, esta situación viene motivada por las condiciones del seguro, "sobre todo porque la declaración de sequía no depende de cómo esté el campo, sino de lo que diga un funcionario que lo observa por satélite desde la Universidad de Valladolid".

Un problema similar sufren los productores de cereza, cuyo seguro, denuncian, "tiene unas condiciones que no pueden interesar a nadie". Así, de los 4.000 agricultores que pertenecen a la Agrupación de Cooperativas Valle, solo 60 han asegurado este año sus cosechas. "El problema es simple: es un seguro muy caro que cubre muy pocos riesgos", resume Angel Prieto, presidente de esta organización.

Como los ganaderos ante la sequía, los productores de cereza se sienten discriminados con respecto a otros cultivos, a los que se les ofrece "buenos seguros", que eliminan la incertidumbre que tradicionalmente ha acompañado a las rentas agrarias. Los responsables públicos, por su parte, consideran que la solución de este problema solo es una cuestión de tiempo, aunque no precisan cuánto.