La agricultura intensiva se ha convertido en el gran depredador de las aves esteparias en Extremadura. La política agraria común desarrollada en los últimos años no ha sido nada beneficiosa para este tipo de animales, algunos de ellos catalogados como especies protegidas, y cuyo futuro no se presenta esperanzador, según los biólogos.

La Sociedad Española de Ornitología (SEO-BirdLife) ha sido la que ha dado la voz de alarma durante la presentación del Atlas de las aves reproductoras de España , un extenso estudio en el que se asegura que varias especies de las que habitan en Extremadura, como avutardas, sisones o águilas perdiceras, están viendo seriamente amenazada su reproducción por la transformación de su hábitat. Los responsables del estudio culpan de ello a factores como la intensificación agraria, que ha supuesto una importante reducción del barbecho y un incremento del regadío en las zonas de asentamiento de estas especies.

PERDIDA VEGETAL

Todo ello, sostienen desde la sociedad conservacionista, ha originado una gran pérdida de cobertura vegetal, un elemento vital para que estas aves puedan llegar a nidificar, así como una importante reducción en la población de insectos, la principal fuente de alimento de las crías. Además, los especialistas indican que este tipo de cultivos suponen que las aves también sufran con mayor frecuencia el efecto de predadores y estén expuestas al uso de insecticidas y pesticidas.

Pero, por otra parte, el atlas recoge también que existen otras especies en la comunidad que han registrado un importante avance en los últimos años, tanto en población como en territorio. En este sentido destaca a la garza real, el buitre leonado o la golondrina dáurica.

La conclusión del estudio es que se mantienen las aves de los hábitats forestales o las zonas húmedas, debido a que son las más protegidas, y, por el contrario, empeora la situación de las esteparias, especies ligadas a los territorios agrícolas.

El objetivo del Atlas de las aves reproductoras de España , según la SEO/BirdLife, es servir de instrumento eficaz para tomar medidas de conservación. Para ello, desde 1998 un equipo de 2.000 voluntarios ha estudiado el conjunto de las aves que se reproducen en España, tras dividir el territorio nacional en 5.000 cuadrículas de 10 por 10 kilómetros, y ha detectado los impactos de las obras públicas, del cambio climático, de la selección de las reservas naturales y de la agricultura intensiva.