¿Con la que está cayendo, quién paga 700 euros por una burra? Pues Miguel Cabello Cardeñosa, un ganadero de Siruela que se ha empeñado en defender, a pequeña escala, las razas autóctonas. Ovejas merinas blancas y negras, cabras veratas y retintas, gallinas extremeñas, asnos... Son algunos de los ejemplares de su particular arca de Noé. En la mayoría de los casos, las razas ganaderas autóctonas no constituyen un negocio, pero si nadie se preocupara de sus subsistencia, tendrían los días contados. Por eso la Federación Española de Asociaciones de Ganado Selecto (Feagas) se está preocupando de difundir la labor de ganaderos como Cabello.

"Me gusta y creo en lo autóctono, en lo originario de mi tierra", asegura Miguel Cabello. Tal es su fe que ha ido reuniendo a lo largo de los últimos años ejemplares de merino blanco y negro; cabras de raza retinta, verata, gallinas extremeñas y el pasado mes de diciembre adquirió en la subasta del Censyra, en Badajoz cuatro burras. Una de ellas, Juncal, fue el ejemplar asnal que alcanzó el mayor valor de remate (710 euros).

Cabello tiene claro que la adquisición de los animales no es negocio. "No busco fines ganaderos, quiero juntar un núcleo de diez o doce burras y dedicarme a su cría, ya que son patrimonio de nuestra tierra".

Tiene una especial predileccion por la raza merina. En la feria de Zafra de 2009 compró en la subasta "un núcleo de merino negro que poco a poco voy ampliando y manteniendo en pureza", explicaba Cabello.

Pero esta amor por las razas raras no acaba aquí. En el futuro este ganadero quiere sumar a su particular cabaña más gallinas extremeñas, castellanas negras y vacas de la tierra "porque mi apuesta por lo autóctono es clara; creo en ello y lucharé por el mantenimiento y fomento de todo esto, aunque no será fácil", lamentaba.

Para conseguir estos objetivos, Cabello anima a los ganaderos y a la administración a "ir de la mano para defender todo esto que dio y dará nombre, que distingue y caracteriza a nuestra tierra y a nuestro país".

Cabello asistió a la XVIII Fiesta de la Trashumancia, celebrada en Madrid, con un núcleo de ovejas merinas blancas y negras y cabras retintas, y allí reclamó un claro apoyo de Europa y de la administración autonómica y nacional al campo y al mundo rural.