Estaba tomando una cerveza en un bar de copas con unos amigos y se empezó a sentir mal. Tanto que tuvieron que llamar al 112 para que fuera a buscarla. En Urgencias ella y sus acompañantes describieron la escena y los síntomas y enseguida saltaron las alarmas. Tras un rápido análisis, se confirmó la sospecha: había restos de burundanga en su cuerpo. En este caso, la detección fue eficaz porque aún quedaban huellas de una droga muy difícil de descubrir porque desaparece rápidamente del organismo. Ocurrió recientemente en Cáceres y, por suerte, la víctima se dio cuenta a tiempo de que algo no iba bien porque tuvo una reacción no habitual a una sustancia que, básicamente, anula la voluntad.

En el último año ha habido otros dos casos más en Badajoz en que dos chicas han sufrido, igualmente, el consumo involuntario de burundanga. Pero en ambos el objetivo ha llegado a su fin: han sido víctimas de agresiones sexuales. «Hay que alertar de que en la región se han dado situaciones de violaciones tras administrar burundanga», asegura Elisa Barrientos, directora del Instituto de la Mujer de Extremdura (IMEx), adonde han llegado estas denuncias por parte de las afectadas. «Debemos inculcar a los chicos el mensaje de que ‘no es no’», añade Barrientos.

POR INTERNET / La escopolamina (conocida popularmente como burundanga) se trata de una droga que se puede comprar fácilmente por Internet a bajo precio (incluso se oferta como una semilla en páginas de jardinería) y, lo habitual, es que se eche en la bebida. Mezclada con alcohol los efectos se multiplican y el peligro crece sin límite (el caso más escandaloso fue el de los Sanfermines, donde hubo varios imputados por abuso sexual y se presupone que se empleó esta sustancia).

«Provoca que no tengas voluntad ninguna, aunque estés plenamente consciente. Después no hay recuerdos de lo que te ha pasado (se le llama sumisión química)», recuerda la directora del IMEx.

Desde esta institución se trabaja en diversas campañas para prevenir la violencia sexual en espacios de ocio nocturno, así como para concienciar de los peligros y efectos del alcohol y de las nuevas drogas «más mediáticas y desconocidas». «En el caso de estas sustancias químicas, el agresor es el varón, ya que es el que echa la droga en la bebida de la mujer, de manera que al final son ellas las que se tienen que autoproteger», declara Barrientos.

La alerta por las agresiones sexuales tras la ingesta involuntaria de escopolamina fue uno de los temas que se trataron ayer en las II Jornadas de Género y Drogas celebradas en la Asamblea de Extremadura. Concretamente, el asunto se abordó en la mesa redonda Violencia sexual en espacios de ocio, en la que participaron, además de Elisa Barrientos, la directora general de Políticas Sociales, Infancia y Familia, Carmen Núñez; la directora territorial de la Fundación Atenea (organizadora de la cita junto al Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad), Carmen Bacedoni, y la secretaria técnica de Drogodependencias del Servicio Extremeño de Salud, Pilar Morcillo.