El embelesamiento en el que viven los enamorados no lo provoca ni los bellos ojos de ella ni el viril torso de él, sino una serie de sustancias químicas que actúan durante ese proceso y explican desde la obsesión por la otra persona hasta el dolor que se siente cuando alguien pone fin a ese amor pasional.

Así lo explicó la profesora de la Uex Carmen Barriga en la conferencia El amor es cosa de química , con la que abrió el curso de educación para la igualdad, haciendo hizo un repaso a varias de las sustancias que provocan esas emociones y que intervienen sobre los centros emocionales del cerebro sin pasar por el filtro de la razón.

Una de ellas es la dopamina, un neurotransmisor que también genera el organismo con drogas como la cocaína actuando sobre los mismos centros de recompensa del cerebro. "Así se explica esa sensación de cuelgue por la otra persona", dice esta experta, "uno se vuelve adicto a la presencia de la persona amada porque el amor es una droga que engancha y sentimos que queremos ver continuamente a esa persona".

La serotonina es otro neurotransmisor cuya presencia también se modifica en el organismo cuando se está enamorado. Es el mismo que desciende en los casos de depresión. Así se entiende la obsesión que provoca la persona amada.

Las endorfinas y encefalinas, unos opiáceos endógenos que también se alteran en este periodo, producen bienestar y alegría. Otro opiáceo, la feniletilamina --que también se encuentra en el chocolate-- es característico del enamoramiento produciendo una auténtica adicción hacia la persona deseada.

Las palpitaciones del corazón, el sudor en las manos o la alegría que se refleja en el rostro son causadas por la adrenalina y la noradrenalina que además consiguen que una parte de la corteza cerebral sólo se pueda fijar en la persona amada y que todo lo demás pase inadvertido. Pero el cuerpo no aguantaría este ritmo durante muchos meses y este amor pasional tiene fecha de caducidad. "Ese tremendo choque de sustancias vuelve a los niveles habituales en 12 o 24 meses".

Carmen Barriga compara ese amor con la droga en diversas ocasiones porque no sólo actúa sobre el mismo centro de recompensa que la cocaína, también sobre el mismo centro de castigo. Así, el abandono en medio de este proceso es muy parecido al llamado mono . "La persona necesita recibir su chute de neurotransmisores y hace lo que sea necesario para lograrlo". Así se explica cómo en esos momentos muchos enamorados llegan a perder su dignidad con comportamientos que no tendrían en otras circunstancias de su vida.

Pero aunque caduque la etapa del enamoramiento, después llega el llamado amor tranquilo en el que también se genera una serie de sustancias que hacen fuerte la unión, como la acetilcolina o la vasopresina que algunos estudios relacionan con la fidelidad.