«Que hablen los socialistas, que son los que deben opinar», lanzan desde el PP. «No vamos a hacer declaraciones. Ya expresamos lo que teníamos que decir en redes sociales», contestan en el PSOE. Fueron las reacciones ayer en Extremadura de los dos partidos implicados cuando se supo que Iván Redondo, el que fuera asesor clave de José Antonio Monago, el que le ayudó a ganar las elecciones -y después a perderlas-, es ya oficialmente la mano derecha (o izquierda) de Pedro Sánchez; el presidente socialista ha prescindido de su fiel jefe de Gabinete, Juanma Serrano, para colocar en ese puesto a Redondo.

La noticia provocó un nuevo sobresalto en el PSOE regional. Ya cuando fue fichado como asesor por Sánchez, el portavoz en la Asamblea de Extremadura, Valentín García, aseguró que era una equivocación. «Convirtió al entonces presidente (Monago) en títere y fue quien gobernó de verdad en nombre de la derecha extremeña», fueron sus palabras. También: «Sus métodos distan mucho de ser un ejemplo de principios y valores que pueda aplicar el PSOE». Y además: «Llamaba a los socialistas ‘cuatro desarrapados y medio’».

Ahora el susodicho va de la mano del jefe de su partido.

En zapatillas de deporte

A Iván Redondo se le atribuye gran parte del éxito electoral de José Antonio Monago en 2011. Pero lo cierto es que los vientos venían de Madrid muy a favor de los populares tras un Gobierno socialista que no reconoció a tiempo una crisis económica que ha agrietado al país y cuyas heridas siguen más que presentes.

Pero Redondo supo aprovechar el momento y apostó por un cambió de imagen del PP. Tuvo claro que debía eliminar el olor a naftalina y sacar a un candidato sin corbata, en zapatillas de deporte, con un lenguaje popular... Le colocó el casco de bombero (su antigua profesión) y se encargó de que todo el mundo supiera que era un humilde hijo de guardia civil. Una persona hecha a sí misma.

Y ganó las elecciones. Y se convirtió en el primer presidente popular que mandaba en Extremadura. Eso sí, necesitó la abstención de los tres diputados de IU para subir al trono (un año después, el popular Javier Arenas también venció en Andalucía, pero allí hubo pacto PSOE-IU).

El octavo consejero

Durante su mandato, Monago convirtió a Redondo en director del gabinete de presidencia, aunque con cargo y sueldo de consejero (lo apodaron, de hecho, el octavo consejero).

El asesor estrella estaba detrás del título de barón rojo y verso suelto que logró el presidente extremeño a nivel nacional, de sus discursos de Navidad pronunciados en catalán, vasco y gallego, de su posicionamiento a favor del aborto y en contra de su ministro Gallardón, del convencimiento de que ya no existían las ideologías...

Puro márketing político con efecto sorpresa aprendido en EEUU con el que sabía cómo sacar conejos de la chistera (el mismo método que se ha empleado para ir soltando nombres de ministras y ministros como si fueran los ganadores de los premios Goya, creando una gran expectación).

Desde el PSOE hablaban del efecto tómbola, o lo que es lo mismo, repartir regalos por doquier aunque fueran insignificantes.

La moción de Vara

Un momento complicado durante la etapa de poder de Monago (2011-2015) fue la moción de censura que le presentó Guillermo Fernández Vara, líder de la oposición en aquel momento. Durante unos minutos quedó descolocado y acusó al socialista de «intentar romperle la pierna».

De hecho, se ausentó de la Asamblea asegurando que debía hacer uso del cuarto de baño, pero la realidad es que fue a reunirse con Redondo, que en aquel momento vivió una moción desde el otro bando. Monago volvió calmado y supo dominar el discurso.

Pero el marketing se les fue de las manos durante la campaña electoral de 2015. Se pasearon por los pueblos con un coche dos caballos que portaba el lema Hacemos Extremadura, se pretendió que Monago fuera marca propia más allá del PP, y remataron con un videoclip a ritmo de rap y con una propuesta que descolocó: incluir el hip-hop como enseñanza reglada (algunos le llamaron el rapero rojo).

Con un 29% de paro en aquel momento (ahora la tasa está en el 25,9%), que afectaba especialmente a los jóvenes, su discurso se desvinculó de la realidad extremeña.

El efectismo ya no funcionó y Monago volvió a la oposición.