Extremadura registra cada año algo más de 300 denuncias por malos tratos a menores en el ámbito familiar, según un estudio realizado por la Fundación Reina Sofía, en el que se analizaron en toda España unos 35.000 expedientes de violencia contra niños y niñas.

Según el informe, la tasa de maltrato infantil en la región es menor que la media nacional. En cuanto al tipo de violencia, dos terceras partes de las denuncias aluden a negligencias en la atención a los menores, y el resto se reparte entre maltrato físico (37 casos), maltrato emocional (85 casos) y abuso sexual (seis casos). Asimismo, el estudio pone de relieve que la violencia infantil no entiende de sexos, y las víctimas se reparten casi a partes iguales entre niños y niñas.

Tampoco existe una característica genérica de otro tipo que permita establecer un perfil medio de las víctimas, puesto que en su mayoría están escolarizados, no padecen trastornos psicológicos o psiquiátricos ni problemas de salud, y su desarrollo físico y mental es el adecuado para su edad.

Igualmente, el tipo de hogar y las circunstancias de éste no presentan rasgos distintivos que, al menos en apariencia, permitan detectar a priori un perfil de núcleo familiar propenso a este tipo de violencia.

De este modo, de las familias donde se detectaron casos de maltrato a menores, más de un centenar respondían a lo que puede denominarse familia tradicional, la mitad de esta cifra a núcleos monoparentales, 23 casos a familias reconstituidas y siete a adoptivas.

MALTRATO Y ABANDONO Sólo en la cuarta parte de los casos el agresor recibe, a su vez, maltrato de su pareja y en la décima parte el agresor ha sido abandonado por su pareja.

En cuanto al modo de detectarse los casos, en un alto porcentaje, que ronda el 50%, son los servicios sociales los que lo denuncian. Después, a gran distancia, figuran las denuncias de profesores y familiares y, de manera muy minoritaria, de la policía, las víctimas, los vecinos, los servicios sanitarios o las fiscalías y juzgados de menores.