La hepatitis puede pasar desapercibida, muchos pacientes no tienen síntomas. Con frecuencia, la infección se diagnostica por otros motivos, al encontrar alteraciones analíticas en un estudio rutinario. En la fase aguda sólo un 5% tiene un cuadro típico de cansancio, falta de apetito, coloración amarillenta de la piel, orinas oscuras, heces de color blanquecino, picores generalizados. Otros pasan la enfermedad como si fuese una gripe o, incluso, sin enterarse. Una vez se ha cronificado, los síntomas que puede dar son los de una hepatitis crónica. En general, los pacientes se encuentran cansados y pueden perder el apetito. Cuando la enfermedad está avanzada puede aparecer hinchazón en las piernas y el abdomen, alteraciones de la coagulación de la sangre con aparición frecuente de hematomas o hemorragías por las encías o por la nariz, entre otras.