"Me despertaba sobresaltado, en mitad de la noche y pensando en que algo tenía que hacer para no verme obligado a arrancar los ciruelos", explica Benito Martínez promotor de una iniciativa para apadrinar ciruelos. Sus palabras constatan lo angustioso que resultaba para este agricultor de Guadajira tener que abandonar este cultivo que en los últimos siete años solo le había causado pérdidas. Fue entonces cuando un amigo le sugirió la iniciativa que acabaría con ese nudo que dice que se le hacía en la garganta cada vez que sacaba de la tierra uno de estos árboles: ofrecer a otras personas que se hicieran cargo de costear los cuidados que requieren estos árboles.

Aceptó la propuesta más como un mal menor que como una solución real, y ahora se alegra de haberlo hecho. "Unas 50 personas ya han apadrinado un ciruelo", afirma con satisfacción "la mayoría madrileños y velencianos", aunque cuenta que hace unos días un vecino de Mérida le llamó para regalar el apadrinaje a sus nietos. Aún hay 900 ciruelos en busca de padrino, aunque está convencido de que conseguirá un benefactor para cada uno de sus pupilos .

¿Y cuales son los compromisos del padrino? Benito Martínez ha establecido una cuota anual de 30 euros por árbol con la que se cubren sus cuidados básicos: riego, abono, "e incluso la recolección del fruto", apostilla este agricultor.

Compromisos

A cambio, el padrino puede acudir a la plantación siempre que quiera para visitar cómo evoluciona su árbol, aunque él recomienda la primavera porque "con la floración es cuando los ciruelos se muestran en todo su esplendor". También pueden acercarse a Guadajira para coger con sus propias manos los cerca de 40 kilos de ciruelas que puede dar el árbol cada temporada, aunque en la cuota ya está incluida la recolección.

"Si no pueden o no quieren venir yo recojo el fruto y se lo envío, aunque esto último no está incluido". Aún así, y aunque estamos en plena época de recolección, ninguno de los padrinos ha pasado aún a por su cosecha , ni han reclamado su envío. "En ese caso, donamos la fruta a alguna organización benéfica" , explica.

Aunque Benito Márquez está satisfecho con la respuesta a su iniciativa, se niega a verlo como un negocio: "lo prioritario es salvar los ciruelos plantados, con este fin lo he hecho", y recalca "yo vivo del cultivo del maíz y las viñas". En todo caso, no descarta, si se lo piden, plantar otras variedades de frutales para que sean también apadrinados.