Supongo que ésta es la pregunta. Lo demás fue de saldo. Un discurso vacío, tedioso y abstruso. Absolutamente abstruso. No sé quién se lo habrá escrito, pero el perpetrador de tamaño engendro debería hacérselo mirar. Ha propuesto Vara reducir la jornada de los funcionarios a treinta y cinco horas semanales; a cero deberían reducírsela al negro del presidente. Un discurso de acarreo, mal hilado y repleto de lugares comunes. Lenguaje burócrata en inmensos pallets de nada. ¿Dónde vive el que le ha escrito el discurso? ¿En Pamplona?

Dicen que no es lo que comes, sino cómo lo masticas. Un mal discurso en boca de un buen orador puede despertar entusiasmos. Pero a Vara, ayer, se le olvidó frotarse el pecho con el Vicks Vaporub. Vino atónico. O sea, le faltaba el tónico. Leyó en tono apagado, a oscuras. No gesticuló. Vino a decir, sin palabras, que estaba cansado, que este baile no era el suyo. Le recuerdo un solo gesto; durante el minuto de silencio con que abrió la sesión juntaba las manos a la altura del pecho, como un comulgante, como impetrando el perdón de Dios. No iba desencaminado. El discurso era como para pedir perdón a Dios, a los hombres (y a las mujeres).

Un batiburrillo de vaguedades, de medias verdades, de promesas desnortadas. No se puede prometer lo que a otros corresponde cumplir. Una letanía de programas, proyectos y palabros, más viejos que el tebeo, a los que se quiso presentar como nuevos. Bien pudiera pasar por el discurso del año que viene o del pasado. Mapas de empleabilidad, kilómetros de costa, la PAC, la paca y el paco,… una retahíla de conceptos ajenos a los que le tienen que votar. Propuestas, en general, capitidisminuidas. Una rebaja de céntimos en el IRPF; la patochada de destinar lo que se ahorre, si es que se ahorra, con las ambulancias andaluzas a medicinas; el gimoteo de una rebaja en el precio de la electricidad a cambio de más Almaraz; el fraccionamiento del pago de las matrículas universitarias en diez en lugar de en seis plazos… y poco más. Eso sí, un listado de gastos tremebundo, que de ser cierto, debe haberse gastado muy mal porque seguimos donde estábamos. Año 2017, de la economía verde a la nada. Un inmenso sopor parecía adormecer incluso a los suyos; aplaudieron poco y en sí menor. Valentín García no daba crédito. ¿Aplaudió Eva Pérez?, esa es la pregunta. Por cierto, el momento estelar de la tarde fue cuando citó aquello de los cristales rotos, hizo una pausa, esperó al aplauso, pero nadie aplaudió. O el jefe de la clá estaba dormido (lo más probable), o ya no quedan ibarristas.

Es evidente que el presidente se mostró agotado, y, lo que es peor, titubeante al proclamar sus verdades. Creo que Vara eligió mal el puesto de servicio. Hubiera sido un magnífico obispo. Incluso puede ser un magnífico presidente para el Club Deportivo Badajoz ahora que ha subido. Pero ayer no fue su día. Una sola conclusión: necesita vacaciones; muchas emociones en poco tiempo.

Una muchacha a la diestra de Jaén protestaba airadamente. Algunos tomaban nota como si el discurso les interesara. Mientras, Monago, encorvado, maquinaba. A Monago le ha envejecido la oposición. Le ha crecido una barba que le endurece el rostro. Hoy, choque de trenes. Estoy seguro que Vara, en cuanto se eche el Vicks VapoRub, se bandeará mejor. Puede que Monago, si te lo cruzas en una calle oscura, asuste. Pero Vara tiene mala baba cuando es menester. A ver si a Monago, de tanto opositar, le va a crecer la barba como a Billy Gibbons, el guitarrista de ZZ Top. Lo de ayer es solo un punto de partida. Al PP le corresponde ahora desmontar las medias verdades. Y a Vara justificar el sueldo. Ya saben que soy varista, por eso confío en que hoy lo hará mejor. La palabra es ilusión. ¡Vara, tú puedes!.