"No concibo ya la vida sin Egipciaca, algún día cuando trabaje me tendré que ir de su lado, pero siempre estaré cerca". Nieves de la Encarnación, una joven de 19 años, y Egipciaca Pizarro son madre e hija. Llevan una década compartiendo sus vidas y la una sin la otra ya no se imaginan. Son una familia monoparental --Egipciaca no tiene pareja-- aunque no comparten apellidos, el régimen de acogimiento concluyó con la mayoría de edad y no se abrió nunca un proceso de adopción, pero son una familia.

Nieves llegó a casa de Egipciaca cuando aún no había cumplido los diez años. Durante un tiempo y siempre hasta los 18 años bajo la tutela de la Junta, vivió en un centro de acogida. Después probó suerte con una familia con la que no le fue muy bien, y por fin, la buena experiencia cuando llegó a su vida la que hoy es su madre.

Esta profesora de Badajoz dudó al principio. Prefería adoptar como la gran mayoría de las personas que se plantean aumentar la familia de esta forma, dentro o fuera del país, pero el largo tiempo de espera de estos procesos y "el coraje que me da tener que pagar por traer a un niño para cuidarlo" despejaron sus dudas.

"Por supuesto que ha habido momentos malos porque Nieves venía de una situación familiar complicada, tenía sus traumas y eso salía a flote con frecuencia, pero también los ha habido muy buenos". Con esos se queda ella y Nieves, que sobre todo valora "el cariño que te da una madre y que se preocupe por tí". "En el centro de acogida no tenía unas reglas, no sabían si hacía los deberes o no; aquí sí las tengo y aunque fue difícil adaptarse a ellas, sobre todo en cuanto a los estudios porque mi madre me aprieta bastante, aprendes a valorar lo importante que es. Estoy muy contenta".