TAt mí lo de Pedro Escobar, líder de Izquierda Unida, aceptando la tramitación como proyecto de ley de la nueva renta básica, con escrache incluido en su domicilio del campamento dignidad, me tiene intrigado. ¿Desgaste porque sí? ¿Masoquismo político? Porque el PSOE se ha preocupado muy mucho de situarlo a él y su formación en el franco de todas las dianas, como si el gobierno quisiera poner en marcha una medida que ellos consideran injusta y necesitara de alguien para hacerle el caldo gordo. Estamos en periodo preelectoral y, se quiera o no, todo se desvirtúa, lo que se traduce en que es enemigo quien gobierna pero también quien le acompaña.

Sin embargo, Escobar ha permanecido inamovible, aguantando el chaparrón, como si supiera que, al final, la jugada le va a salir bien; como quien juega una partida de cartas y guarda un as en la manga.

Se puede llevar una oposición frontal, basada en el no, que funciona a corto plazo porque arrincona a un gobierno en minoría, sobre todo si no tiene a nadie más con quien negociar, u otra que se aprovecha de su posición para sacar réditos. Cada una tiene sus pros y sus contras y Escobar cree mucho más efectiva la segunda aún a riesgo de que le armen el lío y lo tachen de querer apoyar al gobierno.

El PP es sabedor de que no tiene más remedio que buscar alianzas y puntos de encuentro que aprovecha quien se sienta con él a negociar. Ya lo dice el propio Monago, que él dialoga hasta hallar el consenso con quien quiera hablar, pero quien muestra una negación radical de partida ni se molesta porque simplemente es imposible. Está usando la estrategia de que Izquierda Unida u otros --los Regionalistas ahora con la negociación de la Reforma Fiscal--, están dispuestos a la negociación, cosa que el PSOE no, empeñado tan sólo en torpedear la línea de flotación de su gobierno. De algún modo dirige un guiño a los ciudadanos y les dice que mientras unos siguen en la tarea encomendada por las urnas, otros tienen ya puesta la mirada en los comicios del año que viene.

A estas alturas estoy convencido de que buena parte de las 27 enmiendas presentadas por Izquierda Unida a la nueva ley de renta básica, incluidas la del aumento de las cuantías por parte de los preceptores, van a salir adelante. Escobar llega al pleno del próximo jueves con el aviso de que se ha jugado mucho dejando pasar la tramitación de la ley y espera recompensa. El PP, por su parte, quiere sacar adelante la ley pues está convencido de que se trata de una herramienta mucho más eficaz que la anterior. En resumen, acuerdo seguro.

El gobierno presenta satisfecho que, a estas alturas, ya hay más de 3.500 preceptores de renta básica en Extremadura, que son bastantes más que al principio de la legislatura cuando no había ninguno. Y es que el PSOE tiene como hándicap que pide este derecho con vehemencia, pero ellos en el gobierno no lo pusieron en marcha aún a pesar de haberlo prometido.

Ahora Izquierda Unida podrá matizar que, gracias a su formación y la aceptación de determinados trámites técnicos, ha mejorado la dotación subiéndola en sus cuantías desde los 426 euros, el 80 por ciento del IPREM, hasta los 719 euros al mes, o lo que es lo mismo el 135 por ciento del IPREM. También que se puedan conceder en un mismo domicilio más de una renta básica, que desaparecen todas las alusiones a las agencias de colocación o que las convocatorias, 4 al año, están abiertas dos meses cada una (ocho meses por año en total) de forma que la cobertura de concesión es lo suficientemente amplia como para atender a todas las necesidades.

Escobar podrá enfatizar encima que, gracias a él y su postura, lejos de desvirtuar la renta básica, ésta ha salido mejorada. Y el gobierno que, cuando hay voluntad de diálogo, a pesar del ruido, se logra un objetivo mejor. Habrá que determinar si, en efecto, pasado el tiempo, se ve que efectivamente se logran los resultados que se apuntan o, por el contrario, todo ha sido un fiasco. Por el momento, todos parecen salvar sus muebles. El tiempo dará o quitará razones.