Supuestos robos de mobiliario que se producen días después de que el afectado haya encargado una mudanza, personas que declaran falsamente haber sido hospitalizadas en un país exótico para aprovechar la cobertura de un seguro de asistencia o falsos fallecimientos con el fin de cobrar una póliza de vida. Son casos extremos, pero la picaresca a la hora de intentar defraudar a las compañías aseguradoras es casi ilimitada.

En el año 2008, estas firmas detectaron 1.583 casos de fraude en Extremadura, 1.040 de ellos en la provincia de Badajoz y los 543 restantes en la de Cáceres, según un estudio elaborado por Investigación Cooperativa entre Entidades Aseguradoras (ICEA). Por ramos de seguros, el del automóvil fue el que concentró una mayor proporción de intentos de fraude, con un 84,5% del total (1.339). En este apartado se incluirían artimañas como la de tratar de cobrar una indemnización fingiendo un accidente o aprovechar uno que sí ha ocurrido realmente para incluir daños que se produjeron con anterioridad.

Tras el ramo del automóvil aparece el de responsabilidad civil y las pólizas de diversos (aquí entrarían los multirriesgo en el hogar, por ejemplo) con un 13,1% de los casos descubiertos en la región (208). José María Olazábal, director de programas de ICEA, señala que en este apartado entre los incidentes más habituales están los de "Meter un cerillazo a una industria que va mal, simular un robo o declarar mucho más de lo que te han robado". Por último, aparecerían los intentos de fraudes relacionados con las pólizas de vida, accidentes y salud, con 35 casos.

A nivel nacional, en el 2008 las aseguradoras españolas descubrieron 76.569 engaños (un 5,7% más que el año anterior), que les permitieron ahorrarse 205 millones de euros. Sin embargo, tuvieron que desembolsar otros 91 millones de euros correspondientes a otros partes en los que no consiguieron pruebas concluyentes de la existencia del engaño, por lo que el total de intento de fraude contabilizado por las aseguradoras ascendió a 296 millones.

A la hora de investigar estos fraudes, José María Olazábal aclara que las compañías no siguen "un patrón común. Algunas entidades lo investigan todo, otras ponen un tope según la cantidad supuestamente defraudada y otras, según las circunstancias, investigan o no". Lo que sí parece seguro es que las investigaciones que se hacen acaban por ser rentables: por cada euro que las aseguradoras invirtieron en investigación de presuntos fraudes al seguro en el 2008, se obtuvo un ahorro de 37 euros en reclamaciones.

Sobre si la crisis está llevando a engrosar la cifra de fraudes, Olazábal explica que el informe es referido todavía al 2008, cuando la crisis no se había mostrado en toda su crudeza. Y en cuanto a las tendencias observadas ya en el 2009, apunta que "hay muy pocos indicios de que esto esté sucediendo".