Juegos de lucha que se descargan directamente en el teléfono móvil y en los que, además de pelear, se puede apostar dinero. Y casas deportivas donde entran sin que se les pida el DNI, en las que se abren su propia cuenta y pujan en partidos de fútbol y baloncesto. Si se quedan sin crédito, la misma 'empresa' les ingresa, por ejemplo, 200 euros, para que no pierdan la asiduidad. Son dos de los principales focos donde la ludopatía está creciendo de manera "alarmante" y que afecta principalmente a los menores de edad. Una tendencia nacional también muy presente en Extremadura, tal y como lo avalan los datos que maneja la Asociación Extremeña de Jugadores de Azar en Rehabilitación (Aexjer), que asegura que desde principios de 2016 ha subido un 10% el número de menores ya diagnosticados como ludópatas debido a los juegos y apuestas online.

Lo explica el presidente de Aexjer, Antonio Regalado: "Recuerdo sobre todo el caso de un adolescente que llegó a falsificar la tarjeta de crédito de su padre y a vender su moto para comprarse un móvil de 800 euros y así tener acceso a más juegos. Nos hemos tenido que reciclar porque nosotros estábamos acostumbrados a tratar otro tipo de adicciones, y ahora cada vez hay más relacionadas con Internet y cuyos perjudicados son chavales muy jóvenes, críos de 15 o 16 años. El problema se ha acentuado sobre todo desde principios de 2016. Si el año pasado teníamos una consulta o dos como mucho de padres que solicitaban ayuda, ahora esas peticiones superan la decena".

La realidad que reflejan los datos de Aexjer se completa con las cifras que les llegan de otras asociaciones regionales así como con la experiencia recogida de las charlas que han dado este año en los institutos extremeños a petición de los propios centros. "En muchas clases había un 33% de menores que jugaban, y lo hacían diariamente. Los profesores muchas veces no se creían que fuera así, pero en cuanto tú les empiezas a dar detalles, los chicos se ponen muy nerviosos", asegura Regalado.

La señal de alerta que quieren dar desde Aexjer es que, si bien este problema no es nuevo y ya se ha denunciado en ocasiones anteriores, el incremento que ha experimentado en los últimos meses es preocupante. "No se puede dar un dato oficial de cuántos menores extremeños tienen esta enfermedad principalmente porque en muchas ocasiones los padres no quieren ver el problema y no piden ayuda. Cuando ya lo hacen es que sus hijos ya sufren una adicción muy fuerte".

"Esta alarma es aún más grave --continúa Regalado-- si se tiene en cuenta la falta de control con respecto a los menores en las casas de apuesta online, uno de los principales lugares de adicción para los adolescentes. Y el problema es que éstas están proliferando en Extremadura y han aparecido en casi todos los pueblos: hay en Mérida, en Don Benito, en Villanueva... Y además, muchas están cerca de los institutos y no hay un control de acceso para quienes no han cumplido la mayoría de edad y la ley no les permite apostar. Los chavales entran, se piden una coca-cola y juegan tres o cuatro euros. Así se empieza".

MEDIDAS

En principio, asociaciones como Aexjer no pueden, por ley, acoger a menores para iniciar una terapia. "Pero ahora hemos recibido una notificación judicial a través de la cual, si los padres dan su consentimiento, podemos iniciar un tratamiento. También existe otra medida que hemos iniciado ahora a través de la cual entregamos un documento en las casas de apuestas para que no dejen jugar a esa persona en cuestión. Es un sistema similar al que se hace en el bingo y el casino con el DNI, que si ellos te tienen registrado como ludópata, no te dejan entrar".

El presidente de Aexjer asegura que caer en la adicción severa es, a veces, cuestión de un par de meses. El sabe bien de lo que habla porque empezó a jugar con 34 años y estuvo más de dos décadas sufriendo una enfermedad de la que, asegura, "nunca te curas, sólo te rehabilitas".

Empezó con el bingo, pero cuando vio que se le iba de las ma nos, pudo dejarlo. Pero pasó un periodo de un año y entonces se 'enganchó' de nuevo, esta vez, a las máquinas tragaperras, "otro de los grandes negocios que existen", afirma. Gastaba una media de 800 euros al mes. "A lo mejor me iba a tomar una caña al mediodía con los compañeros y me dejaba 100 euros". En dos años y medios se fundió 30.000 de su familia.

Lo suyo empezó literalmente como un juego y no fue consciente de que tenía un problema de verdad hasta que no pudo hacer frente a las facturas habituales de cada mes. "Pasaba mucho tiempo fuera de casa y manejaba bastante dinero. Me fui picando poco a poco hasta no tuve capacidad para hacer frente a los gastos y toqué fondo. En ese momento, cuando te quedas sin dinero y ya no puedes pedir más préstamos, es cuando te planteas que necesitas ayuda".

Uno de los principales síntomas, subraya, es la soberbia: "Yo no podía explicar que llegaba a casa con 300 euros menos en el bolsillo, de manera que lo que hacía era provocar una discusión con mi mujer para que no me cuestionara, al fin y al cabo, para que no me descubriera, porque yo nunca he jugado delante de ella".

"Lo pasé muy mal --prosigue-- porque esto es más duro de lo que la gente piensa. Y nunca se puede bajar la guardia, porque las recaídas son muy difíciles. ¿Lo peor? No poder llevar dinero conmigo. Esa es una de las medidas que nos imponen, además de no tener cuentas en el banco ni nada a tu nombre y no visitar los lugares donde solías jugar".

VERGÜENZA

Al principio, asegura, le daba vergüenza hablar de su enfermedad, pero ahora lo asume con naturalidad y lleva cinco años de presidente de Aexjer porque quiere ayudar a quienes están pasando por algo que conoce desde muy dentro. El, además de la asociación, contó con el apoyo incondicional de su mujer y sus hijos, pero también con una advertencia clara: "Uno de ellos me dijo que si volvía a jugar que me olvidara de ver a mis nietos", expresa sin poder evitar que se le salten las lágrimas. "A mí me fastidia ver a gente echando dinero en las tragaperras. Porque lo que te atrae de ellas no es la máquina en sí, sino la musiquita, que la suelen cambiar todos los meses".

Ahora está a punto de cumplir 64 años y sigue trabajando de Policía Nacional. "Nunca tuve que darme de baja, yo expliqué lo que me pasaba y dentro de la terapia era bueno que siguiera ocupado". Y dice su mujer que vuelve a ser el de antes: "He paseado más veces con él en los últimos cinco años (desde que está rehabilitado) que en 40 que llevamos casados. Lo he recuperado". "Es que tu vida cambia por completo --explica él--, tu relación de pareja, con tus hijos... Eres completamente otra persona. Y uno de los principales obstáculos es que la gente no lo reconoce: hay que dejar claro que esto no es un vicio, es una enfermedad".

LA CRISIS

Regalado hace hincapié en que cuando llegó la crisis salieron a la luz numerosos casos de ludopatía "precisamente porque al faltar el dinero y no poder pagar las facturas, la gente se da cuenta de que tiene un problema. Hubo quien ganó mucho dinero en la construcción y se gastó bastante en las tragaperras".

Precisamente estas máquinas siguen siendo el principal 'enganche' en Extremadura, aunque las apuestas y juegos por Internet vayan ganando terreno. "En el juego online el póquer ha bajado mucho y se ha disparado el bingo, pero las tragaperras siguen dominando".

Por la asociación que preside --cuya web es www.aexjer.es-- han pasado unos 1.700 extremeños (y sus familiares) y cada vez es más común, insiste, un perfil menor de 30 años. "Hay quien con apenas 20 años se gasta 2.000 euros al mes".

Regalado hace claramente una diferencia entre el jugador social y el compulsivo, pero también sabe que, a veces, el control se pierde en un pestañeo: "Como te toque un premio, estás perdido". Por eso critica el dinero que el Gobierno se embolsa en impuestos gracias al juego y las pocas subvenciones que reciben asociaciones como la suya donde la mayoría del personal --como es su caso-- es voluntario.

Reitera el peligro que supone el libre acceso de los menores de edad a apuestas y juegos online y exige que haya más información en los centros educativos para alumnos, padres y profesores. "Porque las estadísticas dicen que, sino se toman medidas, el problema va a seguir creciendo".