He ojeado el único libro que escribió el Arcipreste de Hita, el libro del buen amor y leo una frase que me ha dejado preocupado. Recordemos antes que estamos en el año 1314, una época marcada por la peste negra, malas cosechas y una guerra. Además, una época donde todavía la mayoría consideraba que la vida era una transición hacia un futuro maravilloso en otra vida.

Por cierto, todavía hay hoy algunos que siguen pensando lo mismo. Que esto es un camino de lágrimas hacia la vida eterna. Hay veces que me cuesta entender a Dios, o quizás a sus mensajeros sean de la religión que sean. Paraíso según los cristianos, Campos Elíseos según los griegos, Nirvana según los budistas. Todos lo definen como un lugar de paz y de felicidad infinita y esto impide a muchos gozar del presente.

Mi madre nació en un pueblo donde yo he conocido a señoras que han vivido con un solo vestido de color negro. Son de misa diaria y algunas exclaman ante el «altísimo» eso de: «Ay Señor llévame pronto» y no estamos en la edad media.

Dios tiene grandes virtudes. En general busca que nos amemos, que tengamos valores y que nos ayudemos y por tanto que disfrutemos del presente. Pero me gustaría proponerle que le comente a sus mensajeros que esto del cielo quizás sea una buena estrategia de marketing porque es posible que aumente el número de clientes pero no es una buena estrategia para vivir en la tierra. Deberíamos vivir como si no se existiera.

Volvamos al año 1314. El Arcipreste de Hita escribe: «Esto va de mal en peor». ¿Cómo es posible que en el siglo XXI haya cenizos que teniendo agua caliente y aire acondicionado sigan diciendo lo mismo? Y es que hay veces que cuando estás con estos exclamas eso de: «Señor, llévatelos pronto a los Campos Elíseos». Y tú, ¿deberías ir a comprarte ropa «al Zara»?