Fernández Vara ha salvado más que limpiamente el round del debate sobre el estado de la región. Aunque también ha quedado claro que tendrá que ganarse con el sudor de la frente cualquier avance político ya que la 'pieza flexible', Podemos, no está dispuesto a ninguna concesión.

Hace ya 18 años el entonces presidente Rodríguez Ibarra se sacó de no se sabe dónde una piedra filosofal que era la sociedad de la información. Mientras hacía años que en Estados Unidos se había extendido la computación doméstica y generalizado el correo electrónico --un familiar de Texas llegado de visita nos preguntó una vez si sabíamos lo que era el e-mail, y le mentimos diciendo que sí--, en aquella Extremadura tales prédicas del presidente autonómico fueron tomadas poco menos que como un señuelo político para seguir alimentando la ilusión colectiva y ganando elecciones.

Este pasado jueves, en la apertura del debate regional en la Asamblea de Extremadura, su sucesor Fernández Vara ha alumbrado lo que sería una nueva etapa para la región, tras acabar con las cisternas de agua y hacer carreteras y polideportivos en los años 80-90, y la semifallida revolución de la sociedad de la información en la primera década del actual siglo.

La Economía Verde no es sino una nueva concepción del desarrollo humano, y tomemos el desarrollo como un concepto más noble que no equivale a crecimiento porque seguramente el planeta y sus recursos, frente a la multiplicación exponencial de la población y sus demandas, no dan para más dígitos de producción material y contaminación.

Pese a que en el propio discurso de Vara se negaba expresamente, ¿otro conejo en la chistera política? El tiempo lo dirá. No faltan voces que claman por un crecimiento cero, por el aprovechamiento y reparto feliz de los recursos que nos aproximaría a esta aspiración humana que se llama felicidad.

El presidente autonómico citaba aquel intento de Ibarra que no pretendía hacer de Extremadura una gran factoría de programación y computadores, pero sí intentar que los nuevos conceptos se aplicaran en todas las actividades públicas y económicas, desde la educación a la comercialización de nuestros productos agrarios, y el fenómeno fuera interiorizado.

El problema, como ocurrió ante aquello, no es creérselo o no, sino ni siquiera intentarlo. Aunque claro, el horizonte político nacional no contribuye a confiar en que desde el palacio de la Moncloa, ministerios y mayoría parlamentaria vayamos a contar con alguien que al menos no se burle de la Economía Verde, entre otras cosas porque aquí las políticas no las marca Rajoy sino los grandes oligarcas de los entramados financieros y empresas energéticas.

A partir de esa propuesta inicial de Fernández Vara, en la Asamblea se hizo el silencio cuando no el despecho o la ligera burla. Algo que no sorprende, por el contrario, a quien siga la actividad parlamentaria, ya sea en Extremadura o en cualquier otro hemiciclo nacional. La táctica ante una propuesta que pretende ser grande suele ser ignorarla, cuando no despreciarla.

Lenguajes distintos

Por eso en la segunda jornada de debate, el viernes, parecía que el solar donde estuviera el hospital San Juan de Dios de Mérida, hoy hemiciclo parlamentario y sede de la Asamblea de Extremadura, fuera nuestra doméstica Torre de Babel. Se hablaban lenguajes distintos, veíamos personajes vivientes en realidades paralelas pero que nunca se encontraban.

Monago reaccionó ante la Economía Verde con algo parecido a "eso lo inventé yo", para ocuparse a continuación en la acostumbrada sopa de números económicos ante los cuales siempre se pueden esgrimir otros, lo que lleva a los periodistas a la depresión, y a la audiencia al aburrimiento. Alvaro Jaén (Podemos) rechaza cualquier atisbo de verde en un Fernández Vara que verá eternamente teñido con el negro de la refinería de petróleo, y Victoria Domínguez cree echándole humor que el proyecto lo que está es verde.

Sin embargo, y salvo el descuelgue firme de Podemos, la propuesta genérica del presidente al final salió adelante, al menos como intención a explorar, con el apoyo de PP y Ciudadanos. La política tiene estas cosas en que uno no quiere estar dentro del bote remando, pero tampoco ahogarse.

Al actual Gobierno regional se le juzgó por un año completo de mandato. En realidad han sido tres reales, desde el 1 de abril que dispuso de presupuesto y aún así pactado, y otros nueve de tortura en los que seguramente han cometido errores como la estructura de consejerías y competencias, y una cierta soberbia inicial, un mesianismo salvador frente al 'malvado' Gobex, que en el debate reconoció Vara.

La réplica general y conjunta que el presidente hizo el viernes a los tres grupos de la oposición es una de las mejores, si no la mejor, intervención que haya tenido el político de Olivenza en la Asamblea de Extremadura.

Del debate salimos con la convicción de que Podemos no se mueve un milímetro y el Ejecutivo no tiene nada fácil los Presupuestos 2017. Jaén lanzó además dos graves acusaciones contra Vara que éste rechazó. Aunque ya hay, con la Ley contra la Exclusión Social, un primer ejemplo de soberbias amortizadas por ambas partes.

José Antonio Monago no salió del debate más fortalecido de lo que entró, y a quienes primero importa el balance es a sus invitados que le escuchaban desde la tribuna como Carlos Floriano, Laureano León, los alcaldes/as de Cáceres, Plasencia y Almendralejo, o desde la Mesa de la Cámara el secretario general Fernando Manzano.

El presidente de la Junta parece poder llegar a agosto, período real o imaginario de pausa, con más aire y la expectativa del impulso político, verde, que en todo inicio de curso político, otoño, se necesita.