De la Extremadura del medievo a la que encendió la primera radio. Trazo a trazo recompone cinco siglos de historia Beatriz González. La joven licenciada en Documentación se enfunda los guantes y analiza cada rincón del mapa que le llega para rastrear el mínimo detalle que le lleve a localizarlo en tiempo y archivarlo en la biblioteca para que quede disponible para cualquiera. Curiosamente, las estanterías de esta librería están en la red.

La cartoteca digital lleva activa desde el 2011 y hasta ahora ha acumulado más de 400 documentos. Y justo en esta semana añadirá medio centenar más a su fondo, una veintena de ellos procedentes del archivo militar de Lisboa. Este mes, la responsable del espacio virtual trabaja en la catalogación de piezas de 1800 procedentes del archivo histórico de Olivenza.

Aunque lleva cuatro años en funcionamiento, la red digital cartográfica no hizo su apuesta clara hasta el 2013, recuerda González, cuando su labor elevó la intensidad. No obstante, el fin sigue siendo el mismo que el del primer día. Por un lado, "preservar el material sin tener que recurrir al original", apunta y por otro, "centralizar en un único recurso todo el material que hay disperso".

En la librería se encuentran sin distinción desde cartas naúticas hasta mapas topográficos. El criterio tampoco es escricto para las temáticas desde piezas eclesiásticas a militares alberga el centro. Eso sí, hay dos requisitos imprescindibles que un documento tiene que cumplir para formar parte del archivo: hacer mención a parte o a todo el conjunto de Extremadura y estar catalogados antes de 1901.

Los materiales fechados después del inicio del siglo XX forman parte de otra colección y de otro departamento. Al contrario que ocurre con el cierre, la colección no tiene fecha de inicio marcado, sin embargo, González confiesa que la pieza más antigua que conserva la cartoteca digital data de 1449, en plena época medieval. Se trata de una tabula emeritense y es, a juicio de la propia estudiosa de las epístolas, una de las piezas más "curiosas" que se encuentran en los fondos. Esto se debe a que "el escudo de las dos castillas está invertido", manifiesta. "No podemos saber por qué pero se presupone que en la edad media ya tenían cartógrafos, aunque no es seguro, y es un indicio de la necesidad de ejercer la hegemonía de una corona sobre la otra", apostilla a la par que se vanagloria de la custodia del único ejemplar en el mundo que presenta esas características".

La investigadora bucea en los archivos desde hace once años --es responsable también del archivo de la Dirección General de Urbanismo y Ordenación del Territorio-- y su intuición y su pericia profesional le confiesan en la mayoría de las ocasiones de dónde proceden los materiales y dónde pueden encontrarse. "Siempre he tenido esa curiosidad documental, he sido una ratilla de biblioteca", apostilla. El procedimiento una vez que halla su oro particular en una mina cartográfica es contactar con la entidad que custodia el material, consultar si está disponible para cesión y si es posible digitalizarlo. A partir de ahí, hay dos opciones, una, recoger el material y materializarlo en un escáner de la sede en Mérida o bien desplazarse con un equipo fotográfico a cuestas. "Normalmente y en su mayoría las colecciones particulares son reticentes a sacar esas joyas de su casa, así que tenemos que ir nosotros, pero nos desplazamos encantados, hacer disponible ese material es una motivación para el centro", añade la estudiosa.

LAS RELIQUIAS SUECAS La procedencia de las piezas es muy variada. González apunta que buena parte del fondo se nutre con los archivos históricos municipales y provinciales, pero aparte añade que en la actualidad el organismo de la Junta colaboran con diputaciones, con archivos militares, con la biblioteca de Extremadura, la biblioteca madrileña Joaquín leguina, confederaciones hidrográficas --principalmente la del Guadiana--, con el patrimonio geológico de la mina de Logrosán, el colectivo de amigos del país, de empresas privadas y por supuesto de colecciones de familias particulares.

Aunque hay gran cantidad de material custodiado en Extremadura --cubierto en plásticos especiales y en cajas de cartón libres de ácidos--, las más de cuatrocientas reliquias que conforman la "red invisible" del archivo están extraídas de organismos nacionales y de más allá de las fronteras. "Portugal, Italia, Suecia y algo de Francia" integran el "círculo" con el Beatriz González desarrolla su trabajo.

En ese sentido, la documentalista hace mención a una pieza del Archivo militar de Estocolmo que recuperó para Extremadura en formato digital. Según ha conseguido dilucidar, la pieza fue mandada a elaborar por el aristócrata Gaspar de Haro y Guzmán, un noble y diplomático español y permaneció en el país hasta que un erudito sueco Juan Gabriel Sparwenseld lo llevó a su país y a principios del siglo XIX pasó a formar parte del archivo militar sueco y fue descubierto por los extremeños.

Ahora que ha cogido carrerilla y ha engrosado considerablemente sus fondos no va a parar. La cartoteca digital, que depende de la Consejería de Medioambiente, Rural, Políticas Agrarias y Territorio --puede consultarse en http://sitex.gobex.es/SITEX/pages/cartoteca-- asevera a este diario que aparte de los documentos que acaba de incorporar mantiene conversaciones con el Centro Geográfico del Ejército del Ministerio de Defensa de España para el mismo fin, seguir engordando el patrimonio histórico extremeño.