No eran aún las once de la mañana cuando había personas esperando para estrenar el Bingo Río del Gran Casino Extremadura, el complejo de ocio, hostelería y juego que se ha convertido en centro de atracción al que se dirigen las miradas y los euros de los pacenses y de muchos vecinos portugueses.

Cientos de curiosos y aficionados al juego acudieron a conocer este nuevo establecimiento, que apenas acababa de despedir a los últimos invitados, de los más de 2.000 que la noche antes asistieron a la fiesta de inauguración, que se prolongó hasta la madrugada, cuando recibía a los jugadores más madrugadores. El bingo, con capacidad para 600 personas, registró en algunos momentos una ocupación del 80% y fue necesario aumentar el número de camareros para servir desayunos y comidas en la sala. Personas de mediana edad, en grupos, en pareja o en solitario, centraban todos sus sentidos en los números de las bolas, algunos no pestañeaban. "En Badajoz hay mucha afición al bingo, no ha dejado de entrar gente en todo el día, estamos recibiendo clientes de otros bingos", explicó el director de Marketing de la División de Bingos, Miguel Angel Cintas.

Al mismo tiempo, en el casino, un público mayoritariamente masculino, e igualmente silencioso, jugaba al póker, a la ruleta, al black jack y al bacarrá. Según la jefa de sala, Ana Varona, "la ruleta americana es el juego al que más se anima la gente, porque no es imprescindible saber, sin embargo otros, como el black jack, es para jugadores más expertos".

El Gran Casino superó la prueba de fuego al garantizar un ambiente propicio para la concentración de los jugadores, pese al trasiego de público empujado por la novedad, y preservar el anonimato de sus clientes, así como de las apuestas.