Desde abril de 1938 hasta enero de 1939, un total de 405 soldados murieron en los hospitales de sangre de Manresa coincidiendo con la entrada de las tropas franquistas tras la ofensiva llevada a cabo en el frente de Aragón.

De éstos, un total de 296 fueron enterrados en una fosa común en el cementerio de esta ciudad. La inmensa mayoría formaban parte del ejército de la República, 9 de ellos como prisioneros de guerra, y en torno a una docena pertenecían a las tropas nacionales.

Hoy, 65 años después, una página web posibilita la identificación de cada uno de ellos. En la relación se encuentran los nombres de cinco soldados extremeños, quienes más de medio siglo después aún no han sido reclamados por sus familias. Cinco víctimas del olvido, como las de miles de extremeños que yacen enterrados anónimos en otras tantas fosas y cunetas de la región.

Los extremeños

Según los datos del Registro Civil de Manresa, entre los enterrados se encuentra Eusebio Babiano Pizarro, natural de Peñalsordo, quien falleció el 5 de diciembre del 38 en el Hospital Militar Base.

Dos meses más tarde, el 2 de febrero del 39 murió el cacereño José Burillo, militar de la 46 División de la 2º Compañía de las tropas republicanas. La relación también la integran el soldado de intendencia José González (murió el 4-9-1938), vecino de Jerez de los Caballeros, Eduardo Pablo González (3-8-1938), de Fuente del Arco, y el soldado de la 226 Brigada, Felipe Sánchez Arribas, natural de Fuentes de León, quien perdió la vida en octubre de 1938.

La página web (www.guiamanresa.com/fossa) --que permite conocer todos los datos de los fallecidos y su localización en el registro de defunciones-- ha posibilitado ya que algunas familias hayan localizado a sus antepasados después de años.

Hoy, en el cementerio manresano, es fácil toparse con mensajes que los familiares van dejando tras la búsqueda, como el que colocaron sobre la fosa los parientes de "Ramón Cos Pineda (1902-1938). Ja t´hem trobat! (Ya te hemos encontrado)".