Si el pasado domingo, primer día de la parada del Expotren en la estación cacereña, los andenes eran un auténtico bullicio, ayer la vía 3 se transformó en una fiesta para la presentación en sociedad del proyecto de Marca Extremadura . Mesas repletas de jamón, lomo o tortilla de patatas esperaban antes de mediodía a las autoridades que visitaban desde las 11.30 el interior de los vagones. ¿Por qué un tren que se supone un escaparate de la región no tiene ni una sola ventana al exterior que muestre su interior?

Mientras la visita institucional se desarrollaba, un grupo de alumnos del colegio cacereño Giner de los Ríos acababa de terminar su recorrido. Diana, de 14 años y alumna de tercero de Secundaria, estaba satisfecha con la visita porque decía que había aprendido mucho sobre "la historia de Cáceres, sus monumentos o las cigüeñas. Todo muy interesante". A la joven cacereña también le habían encantado los vídeos tras su experiencia en otros trenes promocionales.

A la puesta en escena para vender el producto no le faltaba de nada. Azafatas, un dispositivo policial notorio tanto en los accesos a la estación como en su interior --hasta secretas en los andenes-- y junto al Expotren una espectacular pantalla donde se proyectaban imágenes de fiestas populares y festivales extremeños en un alarde de sociedad mediática.

Con retraso

Entre las caras conocidas, además de políticos de distinto cuño, representantes vecinales del movimiento asociativo cacereño o del flamenco local. También, cómo no, algún ciudadano despistado a la caza del regalo de turno. Una mezcla digna de todo un sarao en el que los invitados emplearon más de media hora en disfrutar de las excelencias del Expotren ante la paciencia de los medios de comunicación desplazados a la estación de Renfe.

Entre los currantes del evento, Chema que, acostumbrado a tener a punto el sonido para mitines, ayer se mostraba relajado por su experiencia con el Expotren. "La gente se lo pasa bien y disfruta", afirmaba mientras la música animaba el panorama en la estación. Un ejemplo más del tren que se convertió en excusa para transformar la estación cacereña en una fiesta a la que cualquiera con tiempo libre se apuntaría un lunes por la mañana.