Las tres cofradías que ponen el prólogo a la Semana Santa cacereña no bajaron ayer los ojos del cielo. Y es que la lluvia acompañó la jornada inaugural y acabó por aguar una procesión, la de la Misericordia, y afectó a otra, la del Señor de las Penas. Pese al mal tiempo, miles de personas volvieron a abarrotar las calles para contemplar el paso de unas comitivas sobrias, silenciosas y organizadas. La decoración y el cuidado de las imágenes siguió la tendencia exquisita de los últimos años. El título de Interés Turístico Nacional pesa y alienta a las cofradías.

La hermandad de los Ramos salió al filo de las doce con El Señor de la burrina , escoltado por su banda de romanos y la del Santo Sepulcro de Bolaños, toda roja y plata. Estrenó el título de Real tras la reciente aceptación de Don Juan Carlos a convertirse en hermano mayor honorario. También lució un lazo negro por el conflicto de Irak. Al llegar al arco de Santa Ana, el paso se detuvo y dedicó un homenaje a La navera . La lluvia sólo apareció en los últimos metros del recorrido.

A las ocho, bajo negros nubarrones, comenzó la Procesión del Silencio. La cofradía del Nazareno, la más antigua de Cáceres (1464), había dedicado 15 horas a acicalar los dos pasos, Camino del Calvario y Nuestra Señora de la Misericordia (bella imagen de 1903). Tres bandas, la nueva asociación de mantillas, numerosos hermanos de carga y escolta, penitentes... La comitiva tuvo que cejar en su empeño y dar la vuelta en la plaza ante otro aguacero. El primer paso ya estaba en San Juan y giró por Pintores.

Una hora más tarde, la cofradía del Amor dejó Santa María con el Señor de las Penas a hombros y un largo recorrido por delante. Este ecce homo del XVI atribuido a Pedro de la Cuadra desfiló sobre una corona de espinas formada por lirios y cañas. Los hermanos ocultaban su rostro y caminaban sobre zapatillas de esparto. La lluvia les sorprendió, pero al cierre de esta edición seguían hacia San José.