Si uno se para a analizar el número de votos que obtuvo el PSOE y el PP en las elecciones autonómicas de 2007 y 2011 se llevará la sorpresa de que, en cuatro años, hubo 50.000 extremeños que cambiaron de bando. Dicho de otra manera, se fueron de Vara a Monago. No se quedaron en casa agrandando la abstención ni optaron por otras fuerzas políticas afines como les gusta decir a los partidos cuando se les vacía la saca de las papeletas; directamente se marcharon con el que hasta entonces era 'el enemigo'. Y es que con prácticamente la misma participación en uno que en otro comicio, los socialistas recibieron 62.000 votos menos y los populares 50.000 votos más. El resto de la pérdida del PSOE se fue a Izquierda Unida, que ganó 8.000 votos y pasó de cero a tres diputados, y a otras fuerzas minoritarias que también las hubo en las anteriores elecciones, en más o menos la misma proporción, pero sin obtener representación.

¿Eso quiere decir qué hay gente capaz de apoyar a la izquierda una vez y a la derecha la siguiente, o viceversa? Pues eso vienen a decir los datos. En general, los grandes partidos no rechazan la idea de que en España existe una masa social de centro que vota a una u otra formación en función de lo cómoda que se halle depositando su papeleta. Por esa razón, un partido no es todo lo progresista que uno quisiera ni todo lo conservador que otro deseara; precisamente por eso, para atender a ese sector poblacional ideológicamente indefinido, el cual se mueve por otros factores muy diversos que van desde la simpatía a la confianza o al propio interés. ¿Y en Extremadura? Pues a la vista de lo acaecido en 2011 parece que también.

Digo todo esto a cuenta del posicionamiento que acaba de adoptar el PP con la retirada de la nueva ley del aborto y la consiguiente estrategia electoral puesta en marcha. Habrá que decir que los populares extremeños, a través de su presidente, José Antonio Monago, ya se había desmarcado de la línea argumental de Madrid en diciembre pasado, anunciando su negativa a cambiar una legislación que ya había sido aceptada por gran parte de los ciudadanos, precisamente por esos que no se mueven en opciones radicales en uno u otro sentido.

Los populares a nivel nacional han entendido ahora que si el PSOE debe radicalizar sus postulados, fundamentalmente para que sus votantes no se le vayan por la izquierda a partidos como Izquierda Unida y ahora Podemos, lo mejor para ellos es avanzar por el centro. Y como dice sin complejos Monago, acaparar el centro-izquierda si se queda huérfano de referentes.

El PP sabe que la derecha más radical apenas le hace mella. Si acaso VOX, que empezaba a ser una opción solvente, pero ha acabado por tambalearse con la guerra interna que mantienen sus dirigentes.

Todo ese sector ideológico de votantes conservadores puede estar molesto y enfadado con el PP por la deriva emprendida hacia posiciones más progresistas, pero en Génova saben que pocas opciones les quedan al margen del PP. Así pues, lo mejor es invadir el centro e invitar a sumarse a los votantes que huyen de radicalidades pero con los que se ganan elecciones, aunque previamente haya que sacrificar a todo un señor ministro como Ruiz Gallardón.

Los populares extremeños lo han tenido claro desde la llegada de Monago, que con la derecha solamente no se ganaban unas elecciones. De ahí que su líder como candidato echara pestes de todo lo que oliera a derechona y siga en sus trece, posicionándose como 'barón rojo' y tratando de actuar muchas veces de manera más descarada que el propio PSOE en determinadas cuestiones. No es sólo gestión, también forma de pensar. Porque declararse contrario a ampliar la restricción del aborto estos días no tiene mérito, es la línea argumental del gobierno y del propio Rajoy, pero hacerlo hace nueve meses, en su mensaje de Navidad como presidente, sí.

Hay 50.000 votos en juego en Extremadura, aunque también más fuerzas políticas donde elegir. De su convencimiento o rechazo dependerán las próximas elecciones, o al menos las mayorías. Puesto que buena parte de los votos ya están en la talega, cada uno los suyos, hace falta ir a pescar el resto al caladero del centro.