Estudian pero no ejercen. Esta realidad viven más de la mitad de los trabajadores del país. No encuentran empleo en su sector y optan por dejar a un lado su aptitud profesional y dar visto bueno a cualquier oferta que pueda generarle ingresos. Esta situación se agudiza en el caso de los más jóvenes. Intentan incorporarse al mundo laboral con la formación que han adquirido en años pero una gran parte no lo consigue.

Francisco Gil vive en Cáceres. Se trasladó a la capital cacereña para estudiar una carrera. Para poder costear los gastos empezó a trabajar en una empresa de comida rápida como repartidor. El fin era recabar un pequeño sueldo para sufragar el precio de la universidad. Es graduado desde hace dos años y tras lanzar currículos con su título «por cielo y tierra», no le ha quedado más suerte que continuar en su puesto. Tiene 27 años y con el título bajo el brazo reparte pizzas a domicilio. Carmen -nombre ficticio- prefiere no desvelar su identidad. Acaba de terminar la carrera y ejerce como auxiliar en el servicio de fast food con 23 años. La graduada en educación primaria recalca que «no sale otra cosa». Aunque Sandra Santos también tiene experiencia en el mundo de la hostelería, ahora es empleada de una tienda de moda. La cacereña tiene 22 años, estudió Publicidad y Relaciones Públicas y volvió a casa. Lo que en un principio iba destinado a ahorrar ahora sirve para pagar su curso de organización de eventos. La joven apunta que Extremadura aún es un terreno árido para su sector, pero no se resigna.

Los tres jóvenes coinciden en que el empleo que ejercen es temporal y mantienen la esperanza de ejercer en su sector. «Esto lo ves como un primer empleo», añade Sandra mientras asevera que la empresa le ofrece las facilidades oportunas para que se siga formando en su sector. «En un futuro me gustaría trabajar de lo mío, empecé a los 18 años y no me gusta, pero es lo que hay», apunta Carmen.

En ese sentido, tanto Sandra como Francisco coinciden en que el círculo que les rodea vive rodeado de títulos pero sin oportunidades. Sandra tiene una amiga que empezará a trabajar en la nueva discoteca del centro y Carmen otra que tras recibir los aplausos del título es empleada de caja en un supermercado. «Mis amigas me repiten que qué suerte tengo de trabajar y me preguntan siempre si hay algo», asevera Sandra. «Si no has estudiado no te planteas nada, pero ya que has estudiado para terminar la carrera es complicado de asumir, tengo compañeros que llevan aquí seis años porque no encuentran nada», concluye Carmen.

Estos tres casos representan uno de los perfiles más afectados por la sobrecualificación en los últimos años: los jóvenes menores de 25 años. Todos tienen titulación, pero ninguno trabaja en lo suyo y tiene un puesto que exige menos formación de la que tiene. Este fenómeno ha crecido tras la crisis hasta un 12% en tres años, según concluye un informe de la asociación Asempleo. Este estudio apunta que este desajuste «es la característica principal del empleo creado durante la recuperación» y desvela que los puestos con más desajuste corresponden a los jóvenes con 68% de los titulados con empleos no adecuados a su formación, es decir, que casi siete de cada diez jóvenes ocupan puestos que requieren menos capacitación profesional. Los sectores a los que más afecta este fenómeno son este fenómeno son el comercio y la hostelería, según pone de manifiesto este estudio.

Fuga de talento // «Tenemos a la generación más preparada de la historia y el mercado laboral no puede desperdiciar este recurso que estamos dejando escapar», pone de relieve Andreu Cruañas, presidente de Asempleo. Sobre este punto también hace mención al desempleo «que se encuentra en el 18%» en este caso y acuña dos términos que afectan a esta generación: «el efecto desánimo» en la población y en ese perfil en concreto y como consecuencia, «la fuga de talento».

Cruañas asevera que «es indiscutible el número de ocupados ha aumentado, pero el debate se centra en la calidad de ese empleo y eso incluye la adecuación del perfil de los trabajadores y los puestos creados». En cualquier caso, el responsable de Asempleo determina que la solución pasa por «activar soluciones que faciliten la inclusión laboral con políticas activas, como mejorar la empleabilidad y la calidad de los puestos».