Primero físico, después político y cara principal de la democracia europea. Su último cargo en la Unión Europea como alto representante para la política exterior le ha valido una nueva distinción, pero lo cierto es que su labor en la política no es relevante solo en Europa. Nacido en Madrid hace 68 años, Francisco Javier Solana, sobrino del escritor Salvador de Madariaga, ingresó en el PSOE cuando aún era ilegal en 1964. En aquellos años su liderazgo ya apuntaba maneras en las universidades de EEUU en las que continuaba su formación tras licenciarse en la Complutense. Profesor de Física de vuelta a España, forjó una estrecha colaboración con el líder del PSOE entonces, Felipe González, del que no se separó hasta el salto internacional.

Tras la muerte de Franco contribuyó decisivamente a la transformación del Partido Socialista, y en 1982 comenzó sus trece años como ministro, primero de Cultura, después de Educación y Ciencia y de Asuntos Exteriores. También fue portavoz del Gobierno, siempre con González. Tras su larga experiencia en la política nacional en 1995 se convirtió durante cuatro años en secretario de la OTAN. Desde 1999 y hasta el año pasado fue secretario del Consejo de la UE, que lleva aparejado el cargo el de Alto Representante para la Política Exterior y de Seguridad Común, por el que además de convertirse en la principal cara de la diplomacia europea, es un merecedor más del premio Carlos V. Está casado y tiene dos hijos.

Su trabajo internacional ha sido reconocido por otras instituciones con el premio Carlomagno, el Toisón de Oro --la más alta distinción de la Casa Real-- o el premio Edwald von Kleist.