Las cárceles extremeñas carecen de los servicios e instalaciones mínimas para acoger a las mujeres que deban cumplir condena, pese a lo cual la prisión de Badajoz alberga a 18 reclusas y la de Cáceres a 12. Según un informe de la Dirección General de Instituciones Penitenciarias, dependiente del Ministerio del Interior, las presas internadas en Extremadura no pueden tener a sus hijos con ellas, puesto que las cárceles no cuentan con unidad de madres.

Además, ni el centro penitenciario de Badajoz ni el de Cáceres disponen de un espacio en la enfermería dedicado específicamente a las reclusas que enfermen o sufran algún accidente.

De este modo, si una interna de la cárcel pacense sufre algún problema de salud, se le mantiene para el tratamiento en la propia celda, y si se trata de alguna cuestión de mayor relevancia, es trasladada a un hospital. Mientras, en Cáceres II hay un consultorio médico especial para una primera atención a las reclusas, y también se recurre al traslado al hospital si el problema reviste mayor gravedad.

SIN TRABAJO Otra cuestión que analiza el informe de Instituciones Penitenciarias es la posibilidad de acceso al trabajo dentro de la prisión.

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Tampoco en este aspecto la situación es mejor, ya que sólo seis reclusas (la quinta parte de las internas) tienen acceso a los talleres productivos, y sólo una de ellas trabaja en la lavandería mientras que ninguna mujer cuenta con la posibilidad de realizar alguna labor en las cocinas.

Según la dirección general, son las juntas de tratamiento de cada prisión las que adjudican los puestos de trabajo, aunque se reconoce que la normativa marca que no debe existir discriminación por sexos.

Esta premisa está muy lejos de cumplirse en las cárceles extremeñas, donde, frente a la escasez de reclusas con trabajo, el 43% de los varones que cumplen condena (418 sobre un total de 976)) sí tiene la posibilidad de realizar algún tipo de actividad, ya sea en los talleres productivos o en programas de formación e inserción laboral.

En cuanto a la preceptiva separación entre presas preventivas y penadas, Instituciones Penitenciarias señala que se respeta "siempre que es posible" y, en caso contrario, como ocurre en las prisiones extremeñas, que no existe tal opción, la separación se realiza asignando distintas celdas según la situación procesal de cada una de ellas.

ESCASEZ GENERAL Sin embargo, queda el triste consuelo de pensar que la situación de los centros penitenciarios de Badajoz y Cáceres no es una excepción, sino que más bien se ajusta a la regla general.

Así, del medio centenar de prisiones españolas donde hay internadas mujeres, sólo nueve cuentan con unidad de madres, y apenas la mitad tienen zonas específicas en la enfermería para las reclusas.

Instituciones Penitenciarias achaca esta situación discriminatoria a la herencia de gobiernos anteriores. Así, en el informe se señala que en las cárceles construidas antes de 1996, sólo el 85 cuentan con unidad de madres y el 40% con espacios en la enfermería. En cambio, en la docena de prisiones inauguradas desde ese año, existen unidades de madres en la mitad de ellas y en más del 83% tienen zonas de atención sanitaria exclusivas para las condenadas.