El Carnaval Romano echó ayer el cierre con el tradicional entierro de la sardina, que este año tuvo que celebrarse, como buena parte de las fiestas, bajo la lluvia. La fúnebre comitiva, menos poblada de lo habitual por el agua, que no paró de caer sobre la capital extremeña durante casi todo el día, recorrió algunas de las calles del centro de la ciudad antes de ser incinerada.

La carpa de la plaza de España fue ayer, como el resto de los días, la mejor aliada de los carnavaleros, que han pasado buena parte de su tiempo mirando al cielo, al igual que los artesanos de los puestos del mercado temático que ha acompañado a las actividades festivas desde el pasado viernes.

El concejal de Festejos, Luis Valiente, no faltó a la cita y encabezó el recorrido del duelo tras una figura de la sardina que era portada por Blas, uno de los más conocidos personajes de Barrio Sésamo. El frenético ritmo de tambores de los Danzarines Emeritenses apenas dejaba escuchar la mezcla de sonidos entre el lamento y la carcajada que acompaña a la sardina. La Asociación Cultural Carnaval Romano no perdió la oportunidad de reclamar, una vez más, que se instaure el martes de Carnaval como festivo.

Valiente hace un balance positivo del desarrollo de las fiestas a pesar del frío y de la lluvia, y destacó especialmente la participación de los niños y de los jóvenes, que garantizan el futuro de esta fiesta en la ciudad, e incluso avanzó la posibilidad de crear un certamen de agrupaciones juveniles de cara al próximo año. La principal novedad de este año ha sido la puesta en marcha de la Escuela de Carnaval, por la que se crean grupos infantiles que preparan sus repertorios y disfraces en los colegios. Entre los principales hitos de la programación, destaca la actuación que ofrecieron la noche del lunes tres agrupaciones punteras del Carnaval de Cádiz.