La Consejería de Medio Ambiente, en colaboración con la de Fomento, ha comenzado a colocar las primeras señales de tráfico en Extremadura en el área de reintroducción del lince en el Matachel para avisar a los conductores de que circulen con precaución en los puntos negros detectados.

Estas señales cumplen con un doble objetivo: por un lado, evitar los accidentes de tráfico y, por otro, el atropello de los linces ibéricos que se han reintroducido en esa zona.

Se han instalado señales verticales en la carretera Ex-103 que limitan la velocidad a 50 kilómetros por hora en el paso del río Matachel y a 70 km/h en otras zonas con presencia de la especie.

Además, se han colocado bandas sonoras reductoras de la velocidad en varios sitios y señales de atención y moderación de la velocidad con la silueta del lince como aviso de precaución en esos tramos, tal y como recoge el Gobierno extremeño en un comunicado de prensa.

También se han colocado señales en puntos próximos de las carreteras comarcales de poblaciones aledañas en colaboración con los ayuntamientos de la zona, concretamente con Campillo de Llerena, Maguilla, Rubiales, Valencia de las Torres, Llera y Hornachos.

Durante los próximos meses, el proyecto Life+IBERLINCE continuará realizando más actuaciones de desfragmentación de hábitats en el resto de las carreteras y caminos rurales del área de reintroducción, en colaboración con la Diputación de Badajoz.

Como medida complementaria, en la zona del paso del río Matachel también se está trabajando en la instalación de una malla de encauce para potenciar el uso por la fauna silvestre del paso por debajo de la carretera Ex-103.

Con estas medidas se pretende disminuir considerablemente la causa de mortalidad por atropello, uno de los mayores riesgos para la supervivencia del lince ibérico, además de mejorar sensiblemente la seguridad vial en las carreteras extremeñas.

El proyecto Life+IBERLINCE tiene como objetivo recuperar la distribución histórica del lince ibérico tanto en España como en Portugal, puesto que es el felino más amenazado del mundo y actualmente está en peligro crítico de extinción.

La iniciativa cuenta con una inversión de 4,8 millones de euros y con la participación de la Dirección General de Medio Ambiente, que aporta 1,2 millones de euros, además de otros tres socios.