El aceite usado es uno de los residuos más contaminantes que existen en nuestro país. En Extremadura el pasado año se recogieron 3.305 toneladas de este lubricante, según datos facilitados por Sigaus, el sistema encargado de gestionar este vertido en España. Para ello, 2.197 establecimientos de diferentes sectores de 247 municipios extremeños, entregaron sus residuos a esta organización, sin ánimo de lucro, que regula la recaudación de este desecho. La mayoría de las localidades en las que se efectúo dicha recogida se ubican en zonas rurales, donde conviene incrementar la protección de los valores naturales.

La gestión de estos vertidos es necesaria, ya que si no se regulara correctamente podría causar daños muy graves en el medio ambiente, además de suponer un riesgo importante para la salud. Los aceites usados que se generan en talleres de automoción o industrias pueden contener materiales altamente peligrosos como compuestos tóxicos, metales pesados y productos aromáticos. Para evitar su vertido es necesario un buen tratamiento y una administración adecuada.

El aceite industrial se consume de manera habitual en diversos sectores empresariales, no solo en automovilismo, si no en transporte, construcción y cualquier actividad con máquinas, engranajes, turbinas o compresores que requieran utilizar este tipo de lubricantes para refrigerar, aislar o disminuir la fricción entre piezas. Por ejemplo, este tipo de aceites se puede encontrar en la nevera de un restaurante.

En la región, más de la mitad del total de toneladas que se han recogido, proceden de talleres de vehículos. De manera exacta, un 53%. No todo el aceite que se recupera es tratado, el volumen del vertido almacenado es mayor que el que finalmente se recicla. Esto se debe a que en la recolecta aparecen numerosas cantidades de agua o sedimentos, sustancias que deben separarse para facilitar su tratado final y que si no se gestionan adecuadamente pueden tener un alto impacto medioambiental.

En las zonas rurales se ha recolectado el arduo residuo en 230 localidades, es decir, un 93% de los municipios totales y una cantidad de 1.429 toneladas, lo que supone un 43% de todo el contenido recuperado. Principalmente, en este medio rural, alejado de las zonas urbanas, se exige una estrategia complicada para la recolecta debido a que se encuentra en espacios protegidos y de importante riesgo ambiental.

Gracias a un método que utiliza el sistema regulador del contaminante, el año pasado fue posible acumular este aceite en establecimientos situados a más de 1.000 metros de altitud, los que generaron 3,6 toneladas de residuos. Para lograr atender estos puntos se tuvieron que realizar recorridos de 214 km de media.

Este residuo es tan perjudicial para el ambiente que si no se controla puede llegar a provocar efectos nocivos sobre el agua y la tierra. Su combustión descontrolada puede generar la emisión a la atmósfera de gases tóxicos, como el cloro y el plomo, con efectos nefastos que ponen en riesgo la supervivencia de especies vegetales y animales, que en algunos casos están en peligro de extinción. Con ello, desde el punto de vista ambiental es importante la recuperación de este aceite en entidades ubicadas dentro de espacios protegidos. El año pasado en estos entornos se recolectaron 35,6 toneladas del residuo, en 30 establecimientos diferentes como paradores de turismo, empresas que gestionan agua, clubes náuticos, etc. Todos ubicados en los 38 municipios de la región que se encuentran dentro de espacios protegidos.

La recuperación de este residuo cobra su máximo sentido en las zonas donde se encuentran especies en peligro de extinción, de las diez que se encuentran en la región. En el hábitat del Águila Imperial ibérica, del Lince ibérico o del pez Jarabugo, entre una amplia variedad de especies de fauna y flora.

Lado positivo / La cara amable de este contaminante es que si se gestiona correctamente puede ofrecer beneficios en el medio ambiente, que posibilitan el ahorro de materias primas, energía y hasta reducir la emisión de gases que provocan el efecto invernadero. Si de la recogida del residuo se eliminan todos los impropios, el 100% del contenido puede ser aprovechado como nuevo lubricante o combustible industrial. La cantidad de la recolecta que se gestiono y valorizó el año pasado fue de 2.649 toneladas, de ellas, 1.927, se destinaron a regeneración y permitió devolver al mercado 1.284 toneladas de lubricantes, una cantidad que puede haber servido para llenar 317.000 de turismos. En términos ambientales, este tratamiento, hizo posible evitar la emisión de 5.782 toneladas de dióxido de carbono.

FINANCIACIÓN / Según rige la normativa actual, los fabricantes de aceites son los responsables del gasto que supone la gestión de este lubricante industrial, que ellos mismos sacan al mercado. La cantidad a pagar es de 0,06 euros por cada kilo de aceite vendido o 0,054 euros por litro. Esta cantidad la abonan a Sigaus para financiar las operaciones de recogida de aceite. Al mismo tiempo, se entrega a los consumidores en los talleres. Así, cuando un propietario de un vehículo cambia el aceite de su coche colabora directamente en la protección del medio ambiente, pues hace posible que se inicie la cadena de recuperación de este vertido peligroso para la naturaleza. Por ejemplo, en el caso de un coche, una aportación de 0, 24 euros posibilita el reciclaje de cerca de 1,8 litros de aceite usado.