"Pero espero volver al oro". Juan Miguel Hernando, vecino de Madrigalejo, ha perdido con su fondo en BanCorreos la fama de adinerado --que no la soltería-- y con ella su apodo de "chico de oro". "Ahora soy de lata", admite tiñiendo de humor la preocupación por el dinero que le había confiado a Abel Ferreras --exdirector de dicha entidad en el pueblo, que ayer ingresó en prisión por un presunto delito de estafa-- y la traición del que creía su amigo. Junto con otros dos afectados --Pedro Miguel Ruiz y Pedro José Ciudad--, Hernando da voz a la plataforma que han creado y acudió ayer al juzgado de Logrosán para conocer de primera mano la declaración del acusado.

Tras la misma, el chico del humor de oro --título que nadie podrá arrebatarle-- era optimista: "creo que sí, que nos van a devolver nuestros dinero, aunque ha sido duro ver de nuevo a Abel, porque era nuestro amigo y nos ha fallado". Como él, Pedro Miguel y Pedro José no creen que puedan perdonar al exdirector de BanCorreos, aunque tenían buena relación con él y elogian que se haya entregado. Este último fue precisamente quien descubrió el engaño, al acudir a la sucursal de Navalvillar de Pela para recuperar el fondo que su padre, recientemente fallecido, había invertido. Ahora está muy desanimado por la pérdida y solo su equipo de fútbol juvenil de Navalvillar de Pela le cambia el gesto. "A ver si logramos el tercer puesto", dice con ilusión.

También María Ramos llevaba varios meses intentando cobrar los fondos que en 2003 puso a plazo fijo, pero solo obtenía evasivas de Abel. Apoyada por su cuñada, ayer entregó su documentación a los abogados José Luis y Juan Ignacio Pérez Mena, que representan a los 21 afectados por la estafa (los mismos que fija Abel). Entre ellos está su propio empleado, Tomás Mateos, que se encarga del ganado y las tierras del presunto estafador y al que este dejó con 20 euros en la cartilla. "Yo solo quiero mi dinero", sentencia. No siempre es fácil tomar con humor la traición.