Alvaro Valencia tiene 25 años y habla cinco idiomas. Pocos extremeños tienen un currículo de lenguas parecido al suyo. Inglés, francés, japonés, italiano ya están en su bolsillo y desde hace dos años hace lo propio con el chino. Por si fuera poco a su corta edad, el cacereño ha terminado empresariales y dentro de una semana se gradúa de administración de empresas. Más que por necesidad, él afirma que estudia lenguas por curiosidad sobre la cultura y por supuesto, por negocios. "Estudio chino porque quiero abrir un negocio en China", responde tajantemente. Lo asevera con la mirada al frente del aula.

Con seguridad se dirige a este diario mientras espera a que comience la clase del miércoles. Comparte aula con Elena Tomé y Carlos Domínguez, un joven también cacereño que con once años que empezó en la academia a los ocho. Entra en la academia diligente y se sienta en el sofá más cercano, tablet en mano. Los tres esperan a que la profesora marque el inicio de la clase. El reloj marca las ocho y cuarto y Jinxi les reclama. Llegó a España a los 11 años. Sus alumnos la llaman Yina. Su chino es impoluto y su nivel de español impecable. La otra profesora, Hong, y Daniel Gutiérrez completan el elenco de la academia Ahora china. Este año reciben a 100 alumnos. Aunque siempre hay una parte de los estudiantes que proceden de China, -bien que han nacido en Extremadura o son niños adoptados-- en este caso, un 20%, como gran curiosidad, la mayoría de los aprendices de la lengua son extremeños. El perfil de alumnos es variado, según apunta Gutiérrez. Desde niños que se interesan por las grafías y la estética del mandarín hasta jóvenes y adultos que quieren entrar en otra cultura o añadirlo a sus competencias laborales. También hay casos particulares como el de los hijos de Maribel Luengo. Daniel tiene once años y Ana tiene nueve. Viven en Cáceres tres estaciones pero pasan todos los inviernos en Estados Unidos. Allí, en el centro en el que estudian en Utah, donde está su casa, la mitad del programa académico se imparte en mandarín. Incluso las matemáticas, apunta Luengo. La cacereña asevera que aunque "a corto plazo se ralentiza el proceso de aprendizaje, a largo plazo el desarrollo cognitivo es mayor". Ahora, hasta el verano y para que no pierdan destreza, asisten a las clases de Yina y Hong al menos dos veces por semana.

Ahora china es la única academia que imparte chino de Cáceres. Comparte álter ego en Badajoz con la escuela Zhong Xi, el primer centro que sumó la enseñanza de chino en Extremadura. Abrió sus puertas en 2009. Jia Jia, una de sus profesoras no hace un cálculo exacto de los alumnos que reciben, pero añade que hace nada se presentaron 50 alumnos al examen que acredita el nivel del instituto Confucio, al igual que Ahora China. Estas dos escuelas son las más numerosas de la región en cuanto a alumnado de chino. En el caso de la enseñanza pública, el Instituto de Lenguas Modernas gestionado por la Universidad de Extremadura también imparte clases pero la demanda no supera los diez o quince alumnos este año, añade el director de la escuela José Antonio Hoya.

UNA LENGUA SINGULAR Es cierto que la población china ha aumentado en España en los últimos años. Según el INE, alrededor de 200.000 chinos viven en el país. La cifra es más reducida en Extremadura, donde ese número no supera los 1.600 -en Badajoz 1.097 y en Cáceres, 482--, es decir, del millón de habitantes en Extremadura, apenas un 10% son chinos. La clave entonces para que este idioma gane adeptos con más frecuencia, según apunta Yina, en primer lugar es el autoestima que genera estudiar una lengua singular. "Tenemos alumnos pequeños a los que les encanta decir que saben chino, a lo mejor saben cuatro palabras, pero estudiar chino es singular, en sus clases normalmente no hay nadie igual, les hace únicos", asevera.

En ese mismo sentido, Jia Jia asevera que esa perspectiva de singularidad la toman los alumnos como atractivo porque el propio idioma es "único". "Es un idioma muy rico, los caracteres que tiene no se encuentran presentes en ninguna otra lengua", apostilla. Es justo esa particularidad hace que muchos alumnos se comprometan a aprender un idioma que a simple vista parece complicado pero no lo es, según apunta Jia Jia. "Lo primero que nos preguntan los alumnos es si es difícil", asevera. Yina desmiente este tópico y asevera que el chino es más fácil que el español en cuanto a gramática se refiere. "No existen géneros, ni conjugaciones como en el castellano", añade la profesora cacereña. No obstante, sostiene que la dificultad reside en la pronunciación y en la constancia. "Si en lugar de dos horas dos veces por semana lo estudias todos los días dos horas, en un año y medio o dos años puedes mantener un nivel de chino aceptable", asevera. Más optimista se muestra la profesora pacense se muestra optimista a sus alumnos y añade que desde la primera clase se puede mantener una conversación básica como "buenos días, buenas tardes, presentarse y pedir algo".

AMPLITUD CULTURAL Los alumnos adultos y los padres coinciden en las virtudes de adquirir otras virtudes lingüísticas. Maribel Luengo lo tenía claro cuando apuntó a sus hijos. La mayor comprensión y la amplitud de miras hacia otras culturas coincide como primer argumento tanto para alumnos como profesores. "Me gusta porque le podrán puntos de vista diferentes", asevera la madre. Las profesoras añaden que el chino te adentra en una "cultura milenaria apasionante". Otro de los argumentos pasa por la conciencia empresarial de China como futura potencia mundial. "El inglés es básico pero pronto también lo será el chino", asevera Yina. "Ofrece unas salidas muy interesantes", matiza Jia Jia. Por último, la profesora pacense incide en las capacidades cognitivas. "Te aporta muchísimo, te ayuda a desarrollar las dos partes del cerebro y eso es muy importante", concluye.