"Ya está aquí... ya viene", gritaban los habitantes de Almoharín mientras se agolpaban en la puerta del ayuntamiento. A pesar de la intensa lluvia, los almoharinenses aguardaban expectantes la llegada de su estrella, Pedro Duque, el primer astronauta de nacimiento y nacionalidad española. Llevaban tres años esperándole, desde que el consistorio decidió bautizar a una de sus calles con su nombre, pero en aquel momento no pudo asistir a la inauguración de la misma por motivos de agenda (en su lugar acudieron sus padres). Sin embargo prometió hacerlo cuando volviera a Extremadura. Y así ocurrió. Ayer Pedro Duque visitó por primera vez Almoharín para reinaugurar su calle: Astronauta Pedro Duque, situada muy cerca de la entrada del pueblo.

"Tengo la sensación no solo de recibir a un amigo, sino a un almoharinense", dijo el alcalde de la localidad, Antonio Cano. Y es que Pedro Duque tiene raíces de Almoharín. Su bisabuelo vivió allí hace 130 años: "soy madrileño, pero recuerdo haber venido de muy pequeño con mis abuelos. Este es el único sitio en el que dices que te llamas Pedro Duque y te preguntan ¿cuál de ellos?", cuenta entre risas el astronauta.

Tras visitar su calle y recibir un cuadro con una foto de la localidad, Pedro Duque visitó a los alumnos del colegio Nuestra Señora de Sopetrán. Le recibieron asombrados: "¿dónde tienes el traje y el casco?", le preguntó Claudia, una niña de cuatro años, nada más verle aparecer. Ayer Pedro Duque parecía un hombre normal, vestido con traje gris y corbata rosa, y esa imagen se alejaba de las fotos que de él colgaban en las paredes de todas las clases: ataviado con mono naranja y un gran casco blanco en la mano. Todos tenían curiosidad por saber de primera mano qué esconde el espacio, eso que solo unos pocos tienen la suerte de descubrir in situ . ¿Cómo puedo ser astronauta?, ¿te has chocado con la luna?, ¿cómo se ve la tierra desde allí? o ¿de qué color son los planetas?, fueron las cuestiones más repetidas por los niños.

El más que nadie entiende a estos chicos. Duque tenía seis años cuando el hombre pisó la luna por primera vez. "Aquel día todos los niños queríamos ser astronautas", contaba ayer a este diario mientras recordaba a Neil Amstrong, el primer ser humano en pisar la luna. Aquello fue el inicio de lo que vendría después. Se licenció en Ingeniería Aeronáutica, en 1992 fue seleccionado en uno de los concursos de la Agencia Espacial Europea (ESA) para desarrollar la labor de astronauta y en 1998 realizó su primera misión espacial. "Tuve suerte --dice--, en esta carrera hay que estudiar y esforzarse mucho, pero influye mucho la suerte", indica con voz tenue y midiendo sus palabras. El tiene un gran sentido de la disciplina, algo que ha heredado de su profesión: "intento trasladar la disciplina y la corrección a la vida diaria, pero a mi familia a veces le aburre", reconoce.

PREPARACION FISICA La historia de Pedro Duque se basa en una dura preparación física y psíquica. "Subirse a un cohete no es cualquier cosa, antes tienes que aprender desde manejar las máquinas hasta ir al baño. Ahí arriba todo cambia", cuenta Duque, que asegura sentir aprensión cuando sube a la nave espacial. Hay miedo de que algo falle. Sin embargo no le gustan los deportes de riesgo: "a los astronautas no nos puede gustar el riesgo porque es peligroso", reconoció.

Almoharín era una de las partes de la tierra que le quedaba por conocer. Y es que, a pesar de haber visto el globo terráqueo desde el espacio, la Tierra no se le ha quedado pequeña: "todavía tengo que conocer muchos sitios, como la selva amazónica o los 41.000 kilómetros que tiene Extremadura", dijo el astronauta.