El cielo se abrió y dejó paso al sol, como si de un pasaje bíblico se tratase. La adversa climatología, con lluvia y viento, que ha prevalecido en Extremadura durante todo el pasado fin de semana, dio ayer una tregua que permitió la presencia masiva de extremeños en los cementerios para honrar a sus seres queridos fallecidos. Esa estampa se repitió en la mayoría de localidades.

En Mérida, esas temperaturas agradables hizo que miles las personas se acercasen al cementerio a depositar flores y rezar en memoria de sus muertos. Muchas de ellas aprovecharon el buen día para limpiar las lápidas y comprar flores, unas ventas mermadas durante el fin de semana precisamente por la adversa climatología. En todo caso, vendedores de flores ubicados a las puertas del camposanto aseguraron que este año la crisis ha hecho mella, y que los centros florales cada vez se venden menos, en favor de flores sueltas, sobre todo artificiales, más baratas.

Aunque la jornada se desarrolló sin incidentes, en las inmediaciones del cementerio emeritense se agolparon centenares de vehículos, muchos de ellos en un parque ubicado en frente, lo que provocó algunos problemas para los viandantes.

La misma situación se repitió en Badajoz, tanto en el cementerio viejo como en el nuevo, que lucían con miles de ramos de flores de gladiolos, rosas, crisantemos y claveles. Aquí también han mermado las ventas, sobre todo por el mal tiempo del fin de semana.

En la capital cacereña también fue masiva la presencia de personas en el cementerio, al igual que en el resto de poblaciones de la comunidad autónoma.

Sin embargo, hubo lugares en las que no todos los familiares pudieron hacer lo mismo. La Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica de Extremadura denuncia que en un olivar en las inmediaciones de Arroyo de San Serván (Badajoz) están enterradas más de diez personas en una fosa común tras ser asesinadas en 1936 y los propietarios del terreno no permiten entrar en él.

Otro caso similar se produce en una finca del término municipal de Valencia de Alcántara, donde, según contrastados testimonios e investigaciones, se encuentran los restos del alcalde republicano, Amado Viera Amores, y de otros doce hombres más asesinados sin juicio previo en septiembre de 1936.