El volumen de hijos nacidos fuera del matrimonio se ha multiplicado por 13 desde el año 1975 y se sitúa ya por encima del 14%, aunque la tendencia creciente parece haberse estabilizado. Además, los profundos cambios sociales que está experimentando la región --y también el resto de España-- se reflejan en una drástica reducción del índice de natalidad, unos matrimonios cada vez más tardíos y una maternidad que espera hasta los treinta años.

Un reciente informe del Instituto Nacional de Estadística (INE) analiza la evolución social del país a través de los indicadores demográficos básicos . En esta ocasión, las estadísticas se convierten en un fiel reflejo de la transformación social de la comunidad autónoma desde la llegada de la democracia.

Uno de los casos más llamativos es el que se esconde tras el epígrafe del porcentaje de nacidos de madre no casadas . Es decir, hijos fuera del matrimonio. En 1975 esta tasa se situaba apenas en el 1,1% y los últimos datos oficiales la elevan al 14,48%.

LAS CAUSAS Esto se debe a que actualmente muchas parejas no casadas tienen hijos, y lo mismo ocurre con algunas mujeres solteras que deciden tenerlo solas. Para hacerse una idea del impacto de estos datos, hay que tener en cuenta que en el año 75 nacieron menos de 180 niños fuera del matrimonio, mientras que el año pasado la cifra se situó en el entorno de los 1.500 (250 más que en 1999). El porcentaje de hijos con madres no casadas ha ido aumentando de forma paulatina año a año desde 1975, pero desde el 2000 parece que tiende a estabilizarse.

Todos los datos que revela este informe apuntan a un cambio sensible en el concepto de la maternidad. Así, en 1975 la media era de 2,5 hijos por mujer y hoy se sitúa en un pírrico 1,2. Aún así, los índices de natalidad, que alcanzaron su nivel más bajo en 1998, están experimentando desde entonces un ligero repunte, aunque se mantiene muy lejos de las cifras registradas en los años setenta y ochenta.

Además, la maternidad se retrasa cada vez más y la edad media a la hora de dar a luz se sitúa ya en los treinta años y medio.

Pero los datos más llamativos del estudio del Instituto Nacional de Estadística son, sin duda, los que se refieren a los matrimonios. Y es que, pese a lo que pueda parecer, está institución no está ni mucho menos en crisis, al menos en Extremadura.

La tasa de nupcialidad --el número de matrimonios por cada 1.000 habitantes-- no ha variado prácticamente desde 1975, bajando sólo doce décimas en estos 28 años, mientras que en el mismo periodo en España se redujo el mismo índice en dos puntos. De esta forma, el año pasado se registraron más de 5.500 enlaces en la región, y la tasa extremeña de nupcialidad ya supera a la nacional.

Lo único que parece haber cambiado desde 1975 es la edad a la que se casan los extremeños, que se sitúa en los treinta en el caso de los hombres y en los 28 en las mujeres, cuatro años más tarde que en la época de la transición democrática.