De repente, el cine rumano ocupa los espacios privilegiados de los principales festivales del mundo y una película ´4 meses, 3 semanas, 2 días´, consigue la Palma de Oro del Festival de Cannes y es proclamada por numerosos críticos como la mejor producción del 2007. Rumanía no tiene industria cinematográfica, así que sus directores no aspiran, fundamentalmente, a realizar títulos de ventas millonarias. Su mirada no está contaminada por el comercio. Así que no ´comercian´ con ella. Y la película citada es una demostración de la libertad creativa de su autor, Christian Mungiu. Pero no para hacer arte (es decir, un cine con pretensiones artísticas). Su discurso aspira a ser compartido, comprendido. Lo que cuenta Mungiu es lo debería haber contado un director español si se hubiera hecho esa película sobre el franquismo que nadie ha hecho todavía, a pesar de que han transcurrido ya más de treinta años de su cancelación. Así que el director rumano desarrolla la historia de un día de un par de jóvenes: una va a abortar y su amiga le consigue hotel, médico y amparo. Sin énfasis (salvo un momento escalofriante), el retrato de esa experiencia es el retrato de una dictadura, de su sordidez, del miedo y de la fragilidad de sus habitantes.