Asaltar un mercado extranjero es para cualquier empresa una tarea arriesgada. Para tener éxito una de las claves es conocer bien el país en cuestión y esas normas no escritas que tiene cada territorio. Los cuatro promotores de la Junta en el extranjero explican cómo y qué se puede vender en cada país.

David Carmona, responsable de la oficina extremeña en Alemania, señala que lo más importante a la hora de sentarse a negociar con un germano es "tenerlo todo atado, conocer todos los datos del producto" y, por supuesto, demostrar formalidad. Es decir, que queda prohibido llegar tarde a una reunión. También resulta útil explicar al público qué se puede hacer con el producto (libro de recetas). En este "mercado saturado" cada vez demandan más platos precocinados y alimentos ecológicos.

En el caso de Francia, Carlos Pizarro, promotor de la Junta en París, recalca que se trata de un mercado muy complicado, en el que la comunicación es difícil --no se debe utilizar el inglés-- y sólo hay dos vías de entrada: o es un producto novedoso o hay que desplazar otro ya asentado. Los productos gourmet son los preferidos por los franceses.

Para vender en Gran Bretaña, apunta el delegado de la Junta, Alberto Puerta, hay que saber que el que triunfa allí tiene abiertas las puertas de todo el mercado anglosajón. El mayor problema, el elevado coste de las redes de transporte, y la mayor oportunidad, la buena imagen que existe allí de la región.

Tampoco es fácil exportar a Bélgica, afirma Rosa Balas, promotora de la Junta en este país. Con un mercado muy compartimentado y dividido en comunidades lingüísticas, la zona de Bruselas es un auténtico "escaparate europeo". Para triunfar en Bélgica hay que anteponer la calidad al precio y cuidar especialmente la presentación.

La cuarta promotora de la Junta es Sara Peña, que trabaja en Lisboa. Aquí hay pocas sorpresas y se trata básicamente de una competencia de precios.

En definitiva, triunfan los productos extremeños de muy alta calidad y distintos al resto, como los quesos y el jamón.