La Codosera celebró ayer su tradicional Aleluya, un acto que se remonta a principios del siglo pasado y que era festejado masivamente por la población, especialmente por los hombres. El Sábado de Gloria, en la misa que se celebra para anunciar la Resurrección de Jesucristo, donde los toques de la misma se realizan con ´matracas´, los vecinos suelen asistir a ella con cencerros y campanillos insonorizados los badajos con tela o papel, y permanecen en silencio hasta que el sacerdote anuncia con solemnidad la Resurrección del Señor. En ese momento, las campanas se alzan al vuelo y los codoseranos liberan y hacen sonar sus campanillos produciendo una gran algarabía en el interior del templo. Asimismo, en la plaza exterior de la iglesia, aguarda un gran número de personas que no han accedido al acto y, entonces irrumpen en alocado tropel en el interior del templo, haciendo sonar sus campanillos de todos los tamaños sin orden ni concierto, haciendo un ruido ensordecedor, pasando en algunas ocasiones hasta por encima del cuerpo del sacerdote.