Más allá de proporcionar una comida diaria a los alumnos, los comedores escolares constituyen uno de los espacios más eficaces para favorecer estilos de vida saludables en niños y adolescentes. Lejos de ser, como muchos creen, el lugar "donde los niños comen y después juegan en el patio", se trata de un territorio donde los pequeños aprenden unos hábitos higiénicos, alimentarios y de comportamiento. No vale con llegar a la sala, sentarse y comer, también hay que prepararse y colaborar. Antes de entrar en el comedor hay que lavarse las manos (incluso los niños de 3 años han aprendido el hábito), y al terminar, en muchos centros son los propios pequeños los que ayudan en la limpieza de su mesa.

En Extremadura hay 195 comedores escolares. 14 de ellos pertenecen a centros de atención educativa preferente, que cuentan con un total de 826 comensales. Para todos ellos el menú es gratuito. El resto pagan diariamente por la comida algo más de 4 euros.

Son muchos los niños extremeños que hacen en el colegio su comida principal durante cinco días a la semana. Algunos incluso realizan también el desayuno, por lo que uno de los papeles fundamentales del centro es aportar al alumno información, formación y todos aquellos valores que sean necesarios para desarrollar una vida lo más saludable posible, que debería complementarse después por las familias y en el ámbito del hogar.

Además de asegurar el aporte equilibrado de alimentos, los comedores juegan un papel fundamental en la promoción de una buena educación nutricional del alumnado. Si se tiene en cuenta que el menú del comedor escolar debe cubrir entre un 30 y un 35% de las necesidades energéticas diarias, es lógico que se ofrezcan en él la mayor variedad posible de alimentos. Así, un menú diario puede constar, por ejemplo, de alubias como primer plato y tortilla de patatas para el segundo, todo acompañado de pan y postre, que puede ser un lácteo o una fruta natural, como manzana, naranjo o mandarina entre las más usuales. La nutrición es importante para el crecimiento, desarrollo y maduración de los niños.

Es básico, durante las primeras etapas de la vida, recibir una alimentación sana y equilibrada, además de adquirir unos hábitos de alimentación saludables, para un crecimiento y desarrollo adecuados y evitar, así, posibles trastornos en la adolescencia-juventud (como la anorexia, la bulimia y el colesterol) y en la vida adulta (problemas de tensión).

Pero no sólo la alimentación es importante como educación para la salud, sino también como una educación cívica. Así lo aseguran desde Aula de innovación educativa, que aseguran que comer es un acto colectivo que permite el aprendizaje de comportamientos sociales, como en educación ambiental tener en cuenta los residuos. En este aspecto también aporta un beneficio adicional conocer la amplitud de alimentos y hábitos propios de las diferentes culturas que se dan cita en un centro, al igual que las adaptaciones que puedan necesitar las personas con necesidades educativas especiales o con necesidades nutricionales diferentes al resto. Así, desde pequeños, los niños comprenden por qué hay compañeros que no pueden comer carne por su cultura o religión y por qué otros no ingieren cierto tipo de alimentos que contienen gluten, en el caso de los celiacos.

En el comedor escolar nos encontramos dos entornos educativos diferenciados: un tiempo para trabajar los hábitos de autonomía personal, como es la sala de comida, y un espacio para los juegos de patio y tiempo libre. Esta segunda opción suele darse después de la comida, aunque hay centros que establecen dos turnos de comida debido a su alta participación en el comedor. En ese caso, habrá 'patio' para algunos alumnos tanto antes como después del almuerzo. Sin embargo, lo habitual es que el mayor tiempo de ocio de después.

Una buena receta para la diversión de los pequeños es aquélla que combina juegos libres y juegos organizados, con espacios creativos donde los niños y niñas pueden desarrollar sus capacidades de relación con el entorno, los compañeros y compañeras y las diferentes situaciones de aprendizaje lúdico que se pueden plantear (talleres, dinámicas, etc.).

Tras este tiempo de ocio, en muchos centros se ofrecen actividades extraescolares como baloncesto, REMA, , patinaje o informática por lo que el alumnado enlaza todas las opciones posibles desde por la mañana sin tener que desplazarse a otro centro de ocio o educativo. Diversión y aprendizaje de la mano para todos.