A cualquiera que fuera perdiendo, y por amplia diferencia en todas las encuestas, de cara a unas elecciones, debería de haber dado saltos de alegría si le brindan la gran oportunidad de subirse al estrado del Parlamento y mostrar, en este caso a los extremeños, un verdadero proyecto de reconstrucción para recuperar la confianza de los electores.

Sin embargo, la impresión que se trasladó a la opinión pública desde el primer momento, y no sólo Vara, es que la oposición llegaba a regañadientes al Parlamento, sin ilusión, miope al no valorar que era una opción de enorme calado para enhebrar un discurso con pulso, vibrante, poderoso, al fin y al cabo, motivador. En una época donde se le pide a los políticos que den la cara, que al menos expliquen sus actuaciones, que no se escondan detrás de plasmas o salgan corriendo por los pasillos delante de los micrófonos de la prensa, parece paradójico que se critique que un presidente quiera ir al lugar que representa la soberanía popular a dar explicaciones sobre su mandato. Pues aquí ha pasado, sin ser conscientes de que también se abría una puerta a la oposición para poder replicar, criticar y aportar nuevas ideas.

Otra opción es cambiar todo a partir de ahora, incluso cerrar el Parlamento y trasladar el debate los sábados por la noche a los platós de televisión. Pero, salvo que se cambie la Constitución -y nuestro Estatuto de Extremadura-, la soberanía popular sigue estando en la Asamblea.

Por eso parece inexplicable que esa oportunidad la haya dejado pasar Vara como si tal cosa a diez semanas de las elecciones. Al final, una vez más, y se ha tenido una legislatura de experiencia para conocer al Monago orador en este tipo de debates, los titulares volvieron a ser acaparados por el presidente regional, que pareció de nuevo desconcertar a sus oponentes con su primer discurso. Fue cuando llevó a su terreno la principal idea que quería que cuajase y centrase a partir de ahí todo el debate y sus consecuencias: el lanzar que ha cumplido buena parte del programa del PSOE, parte de IU (el Prex-Crex no tenía programa propio hace cuatro años) e incluso ha tomado ideas de partidos extraparlamentarios de esta legislatura. Es decir, la flexibilidad política para gobernar de forma ponderada, desde el centro y la moderación.

Por una parte, se buscaba así al votante que, aún crítico con la situación en general de la política de los últimos tiempos, tiene realmente pavor a la llegada de los extremismos populistas. Y por otra, lanzaba un mensaje claro a aquellos indecisos -que son un buen porcentaje- o aquellos sin una ideología clara y definida, pero que ofrecen su voto en cada elección a aquel que le merezca confianza o bien considere que no le va a meter en aventuras difíciles de pronosticar. Digamos que a grandes rasgos -porque también con ese mensaje le hacía un guiño al votante socialista moderado que no quiere alianzas con Podemos- ese fue el mensaje directo de Monago: buscar en su persona la imagen de un presidente de todos, por encima de ideologías, pues todas tienen sus pros y sus contras y, como se ha visto en los últimos años, ninguna tiene el 'don' de la verdad absoluta e incontestable. Habrá a quién le guste más o menos (a los clásicos del PP, de derecha-derecha, pues no le gusta nada, y por ahí recibe las mayores críticas), pero no se le podrá criticar que tiene las ideas claras, que hay una estrategia de gobierno y de campaña perfectamente diseñada.

¿Pero qué mensaje nos quedamos de Vara? Su más 'brillante idea' o al menos la que repitió con más énfasis buscando el titular fue que Monago es un mentiroso. Y ahí acabó todo. En negativo, sin transmitir ilusión, sin un mensaje enfocado a un público objetivo al cual conquistar. Y no será por tiempo: Vara no sólo agotó sus 20 minutos reglamentarios sino que se fue a los 30' primero y en la segunda réplica a 15' (tenía oficialmente 10') (a Monago le bastó con 20' y 10' respectivamente, para contestarle). Pero no era una cuestión de cronómetro, no. Era una cuestión de planteamiento y de saber romper un discurso, el de Monago que en este tipo de escenarios siempre te sorprende. Por eso Vara necesitaba algo diferente, nuevo, capaz de llamar la atención, con una alternativa atractiva e ilusionante.

La campaña sigue su curso y salvo sorpresa mayúscula, que alguna a lo mejor habrá, nada parece que vaya a cambiar el panorama en Extremadura, con el viento a favor que eso supone para Monago, que hasta dio la impresión de levantar el pie en algunos momentos de su réplica buscando quizás esa moderación anteriormente reseñada. Y tiene el viento a favor porque la mejora de la economía, aún estando lejos de la recuperación absoluta, es cada día más palpable y cada vez en mayores ámbitos.

¿Qué sigue habiendo problemas? Es evidente, pues aunque se haya bajado el nivel de paro (en la actualidad en el 27%) y se vaya a seguir haciendo en los próximos meses, el mal endémico de nuestra comunidad no está solucionado y más tras la profunda crisis económica sufrida en los últimos años. Y más nos costará salir si desaprovechamos oportunidades como la del Word Padel Tour, que afectaba a uno de los pocos sectores donde podemos competir de igual a igual (en el turismo interior, en el cultural, en el histórico) con cualquiera. Pero esos, que callaron en agresiones flagrantes contra el patrimonio en otras épocas (contra el propio Anfiteatro), se empeñaron en boicotear el prestigioso torneo aun con los informes técnicos a favor, y lo consiguieron. Enhorabuena. Felicidades. Son los mismos que se dan golpes en el pecho por tener el Estatuto de Capitalidad. ¡Qué miopía!